miércoles, 30 de noviembre de 2016

Hana no Keiji live tour 2016

No se si os acordaréis de que la señorita Madness y yo estuvimos en el mismo evento el año pasado. Pues este año volvió al mismo sitio en Shinbashi, el edificio Faro City. Ninguna de las dos somos aficionadas al pachinko, pero sí que somos fans de Nobuaki Kakuda y hay que aprovechar cuando se le puede ver gratis.

El día 25 de noviembre -¿Fun, fun, fun? Ya, chiste malo- llegó el último día de esta gira de promoción del pachinko de Hana no Keiji, que pasó por varias ciudades japonesas y que acabó en Tokio. Se hizo dos veces en el día, a las 4 de la tarde y a las 7, que es cuando fuimos. Repartían gratis bolsas de Hana no Keiji con un regalito dentro.

Mi colección de bolsas de pachinko aumenta.

Dentro había un panfleto y este abanico con forma de pipa, como la que usa Keiji Maeda.

Es tan friki que me encanta.

El concierto comenzó con un nuevo single de Kakuda que no va a salir a la venta hasta el año que viene, pero que pudimos escuchar en primicia -se llama 傾奇狂い歌. Creo que se lee "Kabuki gurui uta", pero no estoy segura del todo, y Kazuki tampoco lo estaba cuando le pregunté para confirmar -, y con Yakudou haciendo la coreografía de fondo.

Tras la primera canción tocó la parte en la que hablan un rato de pachinko y esas cosas.

Retransmitiendo a la vez en la pantalla de arriba para poder verlo de lejos.

A continuación Youhei Onishi, con su tema Hana yo, sakihokore!, que como comenté el año pasado, fue añadido a mi repertorio de karaoke.


Volvieron Kakuda y Yakudou con Otokobana, y finalmente Yosshaa Otoko Uta.


A pesar de que salen todos en manga corta hacía bastante frío, pero el concierto estuvo muy bien. A ver cuándo es el próximo.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Hogoken CAFE

Nuestra siguiente parada en Moff animal world fue el Hogoken CAFE -lo escriben así, con mayúsculas-.
Se trata de una cafetería de perros, pero no es una cafetería de perros normal y corriente. Todos sus residentes de cuatro patas vienen de tiendas de mascotas o criadores que ya no los querían o que no los lograban vender, y además de sitio para pasar un rato rodeado de perros, también sirve de centro de adopción, ya que si le coges cariño a alguno le puedes dar un nuevo hogar -es como un refugio para animales-.

Ésta es la entrada.

Los perros en jaulas o corralitos al parecer aún no se llevan bien con los demás.

No hay que pagar entrada, solo pedir alguna bebida. Tampoco tiene límite de tiempo -mientras no te quieras quedar hasta más tarde de que cierren, claro-.
Vamos a recibir cariño un rato.

Kazuki por fin se quitó el abrigo.

Tienen colgada información sobre todos los perros, como su nombre, fecha de nacimiento, de dónde lo han recogido, si tiene alguna enfermedad o problema físico, información de vacunas, etc.. Algunos de los perros son muy mayores, ciegos, tienen alguna pata dañada, etc., pero eso no les resta adorabilidad en absoluto.

Algunos también tienen notas sobre su personalidad en un post it.

Intentando sacar una foto con una mano mientras le acaricio la cabecita con la otra.


También te puedes traer a tu propio perro -si tienes- para que haga amigos.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Moff animal world

Hace poco Kazuki y yo nos fuimos hasta un pueblo que hay en Chiba llamado Inzai, donde hay un centro comercial llamado BIG HOP -bueno, en realidad es "BIG HOP Garden Mall Inzai"-. La parada de tren más cercana es Inzai-makinohara, por si sentís curiosidad.

Es la única foto en la que logré sacar gente. Parecía un centro comercial fantasma.

El motivo por el que fuimos es porque hay un establecimiento llamado Moff animal world, que es un espacio donde puedes interactuar con animales varios -ya sabéis que a Kazuki y a mí nos gustan los animalitos-, como pájaros, alpacas, reptiles, etc., y además tienen una cafetería refugio de perros llamada Hogoken cafe, pero de esta hablaré en otra entrada.

Moff animal world se encuentra en la segunda planta -equivalente a una primera planta en España-. Vamos adentro, hacia la zona en la que se puede interactuar con los animales.

En Japón es navidad desde el 1 de noviembre. Villancicos por todas partes 2 meses enteros...

La entrada para no miembros es 800 yenes por cabeza, y luego venden tickets de 200 yenes para sobar a los reptiles, ponerte a uno de los búhos grandotes en el brazo, dar de comer al oso hormiguero -bueno, era una hembra-, y otras zonas especiales.

Cerca de la entrada tenemos pajaritos. Parte de ellos no están atados ni nada, simplemente están libremente posados en su palo y si les apetece se posan en tu mano. Por ejemplo, Kazuki acabó en plan Blancanieves con las cotorras ninfa, que eran una monada.

Yo no conseguí que se me posara más de una. Envidia.

Al lado se encuentra Tai chan, la cacatúa blanca. Habla un poquito, y según la explicación que tenía al lado le gusta la gente por este orden: 1º mujeres, 2º hombres, 3º niños. Eso explica por qué cuando se me posó en el brazo luego no se quería separar de mí. Era adorable.

Eso sí, pesa un poquito.

Cada animal a su lado tiene una explicación, como cuánto llega a vivir, su género -si se conoce-, qué le gusta, si es mejor no acercarse mucho porque puede dar picotazos... -aviso, algunos lo hacen, como la cotorra solar que intentó merendarse mi dedo porque prefería quedarse con Kazuki. Mi dedo está bien-.

Siguiendo con el tema de aves, había mogollón de búhos -a estos sí que los tenían atados-.



Y una lechuza.


También había conejos, cobayas, ratoncitos, pollitos... Un poco alejados, por eso de la cadena alimenticia y tal.
Vamos a la zona de la granja, donde había un par de perros, ovejas, una cabra -que se intentó merendar los cordones de mis botas-, alpacas, una tortuga enorme y un ualabí

Extremadamente suavecita.

Hay que tener cuidado de no pisar las boñiguillas.


Decidimos usar los tickets para poder sobar a los reptiles. Pensábamos que un ticket daba para elegir uno, pero resultó que no, que con uno ambos pudimos cogerlos a todos.

El tacto era mucho mejor de lo que esperaba.



jueves, 24 de noviembre de 2016

Primera nevada del... ¿Otoño?

Todos sabemos que al clima se le fue la pinza hace años y cada vez se vuelve más raro. Pues este año ha pasado algo muy poco común, nieve en noviembre.



No llegó a cuajar, pero yo ya he tenido que sacar la bufanda del armario, que hace rasca.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Atardecer en Yotsuya-sanchome

Estuvimos hace poco Kazuki y yo en Yotsuya-sanchome, viendo un museo sobre incendios -pasábamos por la zona y era gratis. No hice fotos pero era curioso-. Desde la planta de arriba del todo pudimos ver este bonito atardecer, así que esta va a ser la foto de hoy.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Aquella vez que me intentaron reclutar para una secta budista

Lo de hoy va a ser un texto muy largo, aviso -y eso que lo he resumido mucho-.

Cuando algún día no tengo ningún tipo de planes y Kazuki trabaja, suelo dar un paseo -a pie o en bici- por mi ciudad o a alguna otra ciudad cercana. Ayer decidí ir andando, y ya que estaba ir alternando Ingress y Pokémon Go por el camino para entretenerme.

Llevaba bastante rato andando y llegué a un parque al que voy de vez en cuando en Kawaguchi. Había una tablón de anuncios y me puse a mirar los carteles -un famoso venía a dar una charla a un auditiorio cerca de la estación, el mes que viene iban a poner la iluminación navideña en el parque...-.
Volví a encender la pantalla del móvil y reanudé el paseo cuando de repente dos señoras japonesas me pararon poniendo cara de conocerme -imaginad la típica cara de "¡Mari! ¡Qué alegría, cuánto tiempo sin verte!"-.
Yo estaba bastante confusa, porque aunque soy un desaste recordando caras, definitivamente no las conocía. Efectivamente, yo estaba en lo cierto, al parecer creían que era una de las extranjeras que se alojan en un hotel de cerca de su casa -luego supe que eso era la excusa que se habían inventado para acercarse, reconocieron que me habían estado observando mientras leía el tablón de anuncios, pero sigamos con la historia-.

Cuando les dije que vivía aquí se emocionaron bastante y me estuvieron hablando y haciendo las preguntas de siempre -que cuánto llevo aquí, que qué me sorprende de Japón, que qué me parece único de Japón, que si puedo comer natto... Si me pagaran 100 yenes por cada vez que oigo una de esas sería millonaria-. Entonces una de ellas, la mayor, me dijo que quería ir a una cafetería conmigo a tomar algo. No me pareció que tuviera malas intenciones, pero es gente que no conozco y por si acaso rechacé la oferta del modo más educado posible -menos mal que lo hice, luego veréis por qué-, pero una me pidió el LINE para que pudiéramos estar en contacto y quedar otro día y se lo di.

Entonces llegó el detonante. Me preguntaron dónde estaba cuando el gran terremoto del 2011, y les conté la historia de cómo me pilló en casa el día que había ido por la mañana a aprender qué hacer en caso de todo tipo de desastres naturales, y dije la broma de siempre:

-"Ja, ja, ya he usado toda la suerte que me correspondía para toda la vida". 

Gran error. La más joven me empezó a contar que los humanos tenemos una cantidad de suerte decidida al nacer, pero que hay algo que ella hace que definitivamente puede hacerte acumular suerte, la cual será útil cuando próximamente haya otro gran terremoto -porque hay uno cerca que va a afectar a Tokio, palabras de ellas-. Que ella lo hace y que quiere enseñármelo. Entonces me empezó a contar una historia -según ella sale en los libros de historia japoneses, Kazuki me confirmó que por supuesto era mentira- sobre alguien que hacía eso antiguamente y que cuando le sentenciaron a pena de muerte, apareció una luz a su alrededor y la espada con la que le iban a cortar el cuello se rompió. Le protegió entonar un sutra llamado Namumyouhourengekyou mañana y noche todos los días, y cada vez hay más gente en Japón que lo hace, da resultados seguro, esto es verdad de la buena y me lo quiere enseñar -hablaba en ese plan pero en japonés-.

En este punto cualquiera con 2 dedos de frente se habría dado cuenta de que esto es un reclutamiento religioso. Le expliqué a la más joven que soy atea, que he experimentado la religión de primera mano en mi infancia y que no tengo ningún interés en involucrarme en ninguna de ningún tipo, no solo la suya. Esto hizo que se callara un momento sin saber qué responder, pero entonces la mayor tomó el control y empezó a soltarme un rollazo larguísimo sobre lo mismo de antes, diciendo que las otras religiones están todas equivocadas y son todas malas, pero la suya no -cómo lo sabía, qué predecible es la gente religiosa...-.

Esto detonó un tira y afloja en el que me estuvieron intentando convencer mientras yo rebatía -en japonés, me alucina lo que ha subido mi nivel a veces- a sus "la reencarnación es un hecho. Arrastramos la mala suerte desde la otra vida. Si no haces esto te vas a arrepentir. Cuando venga el gran terremoto vas a necesitar la suerte extra..." y decir que no estaba interesada mientras insistían más y más y no me dejaban irme. Llegó un momento en el que ya me limitaba a decir "no estoy interesada" mientras la mayor no se callaba y seguía, añadiendo "te vas a arrepentir" de vez en cuando. Entonces yo repetía "no voy a hacerlo" y la mayor como un robot continuaba...
La menor llegó un momento en el que me sacó un panfleto que me dio para que leyera. Por si os interesa, es este:


La mayor casualmente tenía una "foto" de una casa que había quedado en pie en medio de mogollón de casas derruidas. Al parecer era de cuando el tsunami del 2011, y por supuesto, los de la única casa superviviente eran los de su secta, que se había salvado mágicamente gracias a entonar sutras. También al parecer podía curar el cáncer y otras cosas...

*socorro*

Tras más de una hora teniendo que aguantar esto y rechazándolas usando todo mi vocabulario japonés y más, logré que me dejaran en paz diciendo que quería acabar la conversación, que ya había tenido suficiente. Entonces en plan súper amigable me dijeron "¡Contacta con nosotras! Te estamos esperando :D".

Viven en mi barrio -lo supe cuando me intentaron sonsacar dónde vivo-, así que decidí volverme por un camino diferente -y por supuesto bloquear a la que me añadió a LINE-. Luego investigando sobre ellas, al parecer es una secta llamada Kenshokai con sede en Saitama. Los miembros de esta secta tienen unas fechas límite de reclutar gente al año, y al parecer una de esas fechas estaba cerca -por eso me costó tanto quitármelas de encima...-.
Esta secta con base en el budismo es una con la que espero que no intentéis mezclaros. Por lo que he investigado siempre intentan averiguar dónde vive la gente a la que enganchan por la calle, y si no cuela a la primera van a acosarles a su casa o incluso al trabajo, y les llegan a amenazar para intentar convertirles. Ha habido multitud de casos de miembros de Kenshokai detenidos por la policía por casos de violencia.

Yo me volví a casa entre encabronada y acojonada -menos mal que al menos me pilló en un parque por donde pasaba mucha gente paseando al perro-. Cuando se lo conté a Kazuki se puso a investigar y me estuvo diciendo que menos mal que no lograron mis datos personales -no uso mi nombre real en LINE tampoco, afortunadamente- porque son muy peligrosas.

Al parecer operan en varias zonas de Japón, así que tened cuidado con ellas. Como dato, van en parejas -como los mormones-, una es más nueva y la otra es la experimentada. En este caso fue fácil averiguar cuál era cuál.

Desde que vivo en Japón me han intentado reclutar mormones, cristianos, testigos de Jehová y ahora la kenshokai. Me da que voy a pasar una temporada paseando solo en bicicleta por si acaso.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Otoño en Ueno

El otro día fuimos Kazuki y yo a dar una vuelta por Ueno.

El look del día.

Aunque el clima va oscilando de un modo bastante extraño, los árboles parecen haberse enterado de que es otoño, y así de bonitos se ven ahora -poco les queda para quedarse pelados, pobres-.



Las hojas caídas, lo mejor del otoño.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Mola

Como última entrada del viaje a Osaka, hoy toca esta curiosa revista que nos encontramos haciendo un transbordo en el metro.

Revista "Mola!". Al parecer se pronuncia "moora" en japonés.

Es gratuita, pero no se si molaba o no porque no cogí una para leerla. El motivo es una mezcla de prisa y que si luego no me interesa y quiero tirarla, tengo el problema de la ausencia de papeleras en Japón.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

A Nara por accidente

Cuando se nos acabó el tiempo en Petton cafe teníamos pensado ir a visitar un templo en Kyoto llamado Fushimi Inari Taisha. Para ello nos dirigimos a la estación, miré en mi aplicación de rutas de trenes -Norikae annai, no puedo vivir sin tí-, y nos subimos en el tren del andén y la hora que salía en la aplicación.


En teoría eran solo tres paradas, pero cuando la tercera parada resultó tener otro nombre me levanté a mirar el plano de líneas de tren que ponen encima de la puerta, y resultó que íbamos en dirección contraria a nuestro destino... -Norikae annai, me siento traicionada- El tren en el que nos montamos iba a Nara, así que ya que estábamos decidimos ir allí, que nunca habíamos estado.
Nara se encuentra en una prefectura distinta, así que ese día acabamos visitando tres prefecturas de la región de Kansai, así con la tontería.

En la estación de Nara nos recibió la mascota de la ciudad, Sento kun.

No cuenta con mucho éxito. Es fácil adivinar el por qué.

La idea era ir a ver lo famoso de la zona: Los ciervos salvajes del parque de Nara y el templo Todaiji. Para eso cogimos un autobús y llegamos a nuestro destino. Ya desde el autobús empezamos a ver ciervos por todas partes, y cuando bajamos... Más todavía.

¡Hola!

Hay carteles avisando de que aunque son muy monos -bueno, vale, esa parte la he añadido yo-, no dejan de ser animales salvajes y hay que tener cuidado porque pueden atacar a la gente. Imagino que ese es el motivo por lo que les han cortado los cuernos a los que tenían.

Hordas y hordas de ciervos.

Intentando socializar con uno.

Aunque se los vea tan tiernos y majetes, tened cuidado si lleváis comida encima, porque os acosarán sin piedad. Yo lo sabía de antemano y procuré no llevar nada comestible.


Si vas con cuidado te puedes hacer fotos con ellos. Me dio por probar a ver si era posible tomarte selfies con ellos y lo logré -viviendo a tope-.

Aquí con mi colega Bambi, de juerga.

Avancemos un poco más y entremos en Todaiji.


En el interior hay una estatua de Buda enorme.


A la vuelta decidimos ir andando, ya que vimos desde el autobús una estación que nos pillaba mucho mejor para volver a Osaka.


Adiós, Nara.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Petton Cafe en Kyoto

Había una cafetería de perros a la que queríamos ir en Kyoto, pero según su web cerraba los días que estábamos allí. Por eso buscamos otra, y encontramos una llamada Petton Cafe. Decidimos ir a jugar con perrines un rato y luego a hacer turismo.

La estación más cercana es Rokujizo. Hay varias estaciones con ese nombre de compañías distintas, lo que puede dar lugar a confusión, pero todas pillan a menos de 10 minutos andando del sitio.
De camino nos encontramos de casualidad uno de los estudios de Kyoto Animation.

Tras fangirlear dos segundos seguimos nuestro camino.

Petton Cafe se encuentra en el edificio adyacente de un centro comercial llamado MOMO Terrace.

Se entra por aquí.

La planta baja es una tienda de mascotas y cosas para mascotas llamada Petton, y dentro, subiendo a la segunda planta -lo que sería una primera planta en España-, se encuentra la cafetería en la que hay dos zonas, una de gatos y otra de perros.
Los gatos ni fú ni fa, así que fuimos a donde los perretes.
Las zonas de perros y de gatos se pagan por separado. En el caso de la de perros hay que pedir una bebida del menú y con eso se puede estar dos horas. Si luego quieres extender el tiempo hay que volver a pedir otra bebida.
Tras pedir un par de tés de yuzu y que nos asignaran una caja para poder meter nuestras cosas, entramos en la zona con asientos.

Aquí.
 
El primer perro que se nos acercó -y se fue derecho a sentarse encima de Kazuki- fue Haruo, un carlino entrañable de 3 años -me costó no secuestrarlo-.

También le cogió gusto a mi regazo. Yo encantada, con lo monín que era.

Hubo un rato en el que me empezaron a rodear todos los caniches de la cafetería y acabé así.

Me faltan manos.

En la zona de atrás había un recinto con una pequeña puerta donde había 4 perros, un pastor alemán hembra que a pesar de tener solo 1 año era enorme, y otros 3 perros pequeñitos. Entre ellos se encontraba esta abuelita de 9 años llamada Chobi, o como nosotros la llamamos, "Jefa".

La boston terrier del fondo es la Jefa, dándonos su aprobación.

 La llamamos así porque se peleó con la perra grandota y ganó.

Terror canino.

En la mesa en el centro de la zona donde te podías sentar había cuadernos para que los visitantes hicieran dibujos, o escribieran notas sobre la experiencia. Decidí dejar un dibujín para la posteridad -también escribí algo, pero me acabo de dar cuenta de que escribí una letra mal... La falta de costumbre de escribir japonés a mano-.

Kazuki y Haruo.