Llegó el día que se suponía que iban a empezar, y al salir de casa me encontré con este panorama.
Ahí, todo bien cubierto con láminas de plástico para no pringar al pintar. La idea parecía buena hasta que vi la manilla de la puerta.
¿Mmm?
La primera vez que tuve que volver a casa me encontré con el problema de que, aunque en la foto no se aprecie mucho, si muevo la manilla para abrir la puerta se rompe el plástico que está enganchado a la misma. El plástico se tiró ahí al menos 3 días antes de que pintaran, así que no fue de gran utilidad.
Ahora ya está todo pintadito y sin plásticos de por medio, pero todavía no han acabado. A ver qué de rebonito dejan el edificio.
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