Los motivos por los que no me había vuelto a perforar eran varios. El caso es que por una cosa, y por otra, y por otra más me había visto obligada a dejarlo pasar, y teniendo en cuenta que el que tenía decidido como el próximo sería el industrial, quería hacérmelo a finales de septiembre o principios de octubre, con lo que si no podía por esas fechas un año ya me tocaba esperar al año siguiente -el cartílago y su jodienda de tardar demasiado en cicatrizar-.
El caso es que por fín he podido resarcirme, y hoy fui a un estudio de piercing en Harajuku en el que había pedido hora. Aquí tenéis el resultado.
Cosa de un minuto después de hacérmelo con la oreja como un tomate.
Unas horas después, con la oreja ya de un color normal.
Estoy bastante contenta con el nuevo elemento añadido a mi imágen. Ya le tenía muchas ganas.
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