Se trataba de un tren de aspecto bastante viejo que tenía que ir a lo alto de la montaña. El caso es que pasadas las 6 de la tarde ya se hace de noche en un abrir y cerrar de ojos, y se trata de una zona rural, así que fuera no se veía más que oscuridad y muchas polillas. Ugh, polillas...
¡Finalmente llegamos!
Ya fuera de la estación.
Gora es una zona aldeana en medio de la montaña, así que a pesar de ser alrededor de las 7 de la noche la calle tenía este aspecto.
El camino hacia el hotel era todo cuesta muy empinada, como en la foto. Eso explicaría por qué no vi ni una sola bicicleta en la calle.
¡Y por fín llegamos al hotel! La verdad es que es un hotel bastante chulo y con buenas vistas, a pesar de la de cuesta que hay que subir para llegar. Nada más hacer check-in nos dijeron que podíamos coger un yukata de entre los que tenían en recepción.
Había varias tallas y diseños. Yo pensaba que mi talla sería la M, que es la que suelo gastar en ropa japonesa, pero el tallaje resutó ir en relación a la altura más que a la anchura, y yo no soy una persona precisamente alta, así que acabamos ambos con una S.
Si hubiera sido un poco más bajita hubiera ido arrastrando el yukata con elegancia y dignidad.
El ascensor tenía una sorpresa.
En la habitación nos pusimos los yukata y pudimos relajarnos. Ya solo quedaban unas horas hasta que fuera oficialmente mi cumpleaños.
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