Lo de hoy va a ser un texto muy largo, aviso -y eso que lo he resumido mucho-.
Cuando algún día no tengo ningún tipo de planes y Kazuki trabaja, suelo dar un paseo -a pie o en bici- por mi ciudad o a alguna otra ciudad cercana. Ayer decidí ir andando, y ya que estaba ir alternando Ingress y Pokémon Go por el camino para entretenerme.
Llevaba bastante rato andando y llegué a un parque al que voy de vez en cuando en Kawaguchi. Había una tablón de anuncios y me puse a mirar los carteles -un famoso venía a dar una charla a un auditiorio cerca de la estación, el mes que viene iban a poner la iluminación navideña en el parque...-.
Volví a encender la pantalla del móvil y reanudé el paseo cuando de repente dos señoras japonesas me pararon poniendo cara de conocerme -imaginad la típica cara de
"¡Mari! ¡Qué alegría, cuánto tiempo sin verte!"-.
Yo estaba bastante confusa, porque aunque soy un desaste recordando caras, definitivamente no las conocía. Efectivamente, yo estaba en lo cierto, al parecer creían que era una de las extranjeras que se alojan en un hotel de cerca de su casa -luego supe que eso era la excusa que se habían inventado para acercarse, reconocieron que me habían estado observando mientras leía el tablón de anuncios, pero sigamos con la historia-.
Cuando les dije que vivía aquí se emocionaron bastante y me estuvieron hablando y haciendo las preguntas de siempre -que cuánto llevo aquí, que qué me sorprende de Japón, que qué me parece único de Japón, que si puedo comer natto... Si me pagaran 100 yenes por cada vez que oigo una de esas sería millonaria-. Entonces una de ellas, la mayor, me dijo que quería ir a una cafetería conmigo a tomar algo. No me pareció que tuviera malas intenciones, pero es gente que no conozco y por si acaso rechacé la oferta del modo más educado posible -menos mal que lo hice, luego veréis por qué-, pero una me pidió el LINE para que pudiéramos estar en contacto y quedar otro día y se lo di.
Entonces llegó el detonante. Me preguntaron dónde estaba cuando el gran terremoto del 2011, y les conté la historia de cómo me pilló en casa el día que había ido por la mañana a aprender qué hacer en caso de todo tipo de desastres naturales, y dije la broma de siempre:
-"Ja, ja, ya he usado toda la suerte que me correspondía para toda la vida".
Gran error. La más joven me empezó a contar que los humanos tenemos una cantidad de suerte decidida al nacer, pero que hay algo que ella hace que definitivamente puede hacerte acumular suerte, la cual será útil cuando próximamente haya otro gran terremoto -porque hay uno cerca que va a afectar a Tokio, palabras de ellas-. Que ella lo hace y que quiere enseñármelo. Entonces me empezó a contar una historia -según ella sale en los libros de historia japoneses, Kazuki me confirmó que por supuesto era mentira- sobre alguien que hacía eso antiguamente y que cuando le sentenciaron a pena de muerte, apareció una luz a su alrededor y la espada con la que le iban a cortar el cuello se rompió. Le protegió entonar un sutra llamado Namumyouhourengekyou mañana y noche todos los días, y cada vez hay más gente en Japón que lo hace, da resultados seguro, esto es verdad de la buena y me lo quiere enseñar -hablaba en ese plan pero en japonés-.
En este punto cualquiera con 2 dedos de frente se habría dado cuenta de que esto es un reclutamiento religioso. Le expliqué a la más joven que soy atea, que he experimentado la religión de primera mano en mi infancia y que no tengo ningún interés en involucrarme en ninguna de ningún tipo, no solo la suya. Esto hizo que se callara un momento sin saber qué responder, pero entonces la mayor tomó el control y empezó a soltarme un rollazo larguísimo sobre lo mismo de antes, diciendo que las otras religiones están todas equivocadas y son todas malas, pero la suya no -cómo lo sabía, qué predecible es la gente religiosa...-.
Esto detonó un tira y afloja en el que me estuvieron intentando convencer mientras yo rebatía -en japonés, me alucina lo que ha subido mi nivel a veces- a sus "
la reencarnación es un hecho. Arrastramos la mala suerte desde la otra vida. Si no haces esto te vas a arrepentir. Cuando venga el gran terremoto vas a necesitar la suerte extra..." y decir que no estaba interesada mientras insistían más y más y no me dejaban irme. Llegó un momento en el que ya me limitaba a decir "
no estoy interesada" mientras la mayor no se callaba y seguía, añadiendo "
te vas a arrepentir" de vez en cuando. Entonces yo repetía "
no voy a hacerlo" y la mayor como un robot continuaba...
La menor llegó un momento en el que me sacó un panfleto que me dio para que leyera. Por si os interesa, es este:
La mayor casualmente tenía una "foto" de una casa que había quedado en pie en medio de mogollón de casas derruidas. Al parecer era de cuando el tsunami del 2011, y por supuesto, los de la única casa superviviente eran los de su secta, que se había salvado mágicamente gracias a entonar sutras. También al parecer podía curar el cáncer y otras cosas...
*socorro*
Tras más de una hora teniendo que aguantar esto y rechazándolas usando todo mi vocabulario japonés y más, logré que me dejaran en paz diciendo que quería acabar la conversación, que ya había tenido suficiente. Entonces en plan súper amigable me dijeron "
¡Contacta con nosotras! Te estamos esperando :D".
Viven en mi barrio -lo supe cuando me intentaron sonsacar dónde vivo-, así que decidí volverme por un camino diferente -y por supuesto bloquear a la que me añadió a LINE-. Luego investigando sobre ellas, al parecer es una secta llamada
Kenshokai con sede en Saitama. Los miembros de esta secta tienen unas fechas límite de reclutar gente al año, y al parecer una de esas fechas estaba cerca -por eso me costó tanto quitármelas de encima...-.
Esta secta con base en el budismo es una con la que espero que no intentéis mezclaros. Por lo que he investigado siempre intentan averiguar dónde vive la gente a la que enganchan por la calle, y si no cuela a la primera van a acosarles a su casa o incluso al trabajo, y les llegan a amenazar para intentar convertirles. Ha habido multitud de casos de miembros de Kenshokai detenidos por la policía por casos de violencia.
Yo me volví a casa entre encabronada y acojonada -menos mal que al menos me pilló en un parque por donde pasaba mucha gente paseando al perro-. Cuando se lo conté a Kazuki se puso a investigar y me estuvo diciendo que menos mal que no lograron mis datos personales -no uso mi nombre real en LINE tampoco, afortunadamente- porque son muy peligrosas.
Al parecer operan en varias zonas de Japón, así que tened cuidado con ellas. Como dato, van en parejas -como los mormones-, una es más nueva y la otra es la experimentada. En este caso fue fácil averiguar cuál era cuál.
Desde que vivo en Japón me han intentado reclutar mormones, cristianos, testigos de Jehová y ahora la kenshokai. Me da que voy a pasar una temporada paseando solo en bicicleta por si acaso.