La siguiente vez que fui a hacer la compra me paseé un rato por la sección de las salsas y aliños varios, y efectivamente, ni rastro. De todas formas, si la tenían en ese restaurante, en algún sitio la tenían que vender, así que otro día me pasé por el gyomu supa -supermercado de venta a comercios, por traducirlo de algún modo- donde suelo comprar la harina baratilla, ya que tienen muchas cosas de importación -como tortillas de patatas congeladas, que no creo que haya comprado nadie nunca-, y ahí apareció con un halo mágico a su alrededor.
Vale, mentí. Es un simple filtro de Instagram.
Me daba miedo que no fuera salsa barbacoa de verdad, pero al probarla mis dudas se disiparon. Y ya que está buena para mojar cosas en ella, ayer se me ocurrió usarla para cocinar. El menú del día es carne de cerdo y brotes de soja en salsa barbacoa, arroz con furikake y pepino.
Estaba rico.
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