viernes, 21 de agosto de 2020

Haciéndome una prueba PCR

Recientemente me tocó hacerme una prueba PCR. No, no es porque mostrara síntomas o sospechara de tener COVID-19, sino que me hicieron hacérmela por temas de trabajo.

Afortunadamente pagaban ellos, así que pefecto. Además así me quito de encima la preocupación de si puedo ser una persona contagiada asintomática o no.
Recalco lo del pago porque si intentas hacerte la prueba voluntariamente sin tener síntomas, en una clínica te pueden cobrar unos 30.000/40.000 yenes más o menos no cubiertos por el seguro médico -al cambio actual entre 238/317 euros más o menos-.

De camino a la clínica.

Cuando llegó el día de la prueba tuve que ir a una clínica en Kanagawa -bastante retirada de mi casa-, dar mi nombre a la empleada de recepción, rellenar un papel con mis datos personales -y por algún extraño motivo el día en el que me vino mi última regla...- y esperar a que me llamaran. A los pocos minutos una enfermera me llamó y me llevó a una sala aparte y me dijo que me sentara en un sofá.
Estaba un poco asustadilla porque pensaba que iba a ser la prueba en la que te meten un bastoncillo hasta el fondo de la nariz, pero afortunadamente no era esa.
Me dio un tubo un poco ancho y me dijo que tenía que llenarlo de saliva hasta la marca en la que ponía 10. No pude evitar que me diera la risa, porque eso parecía bastante más saliva de la que produzco en un día.
La enfermera se empezó a reír también, y me dijo que la gente suele tardar de 10 a 15 minutos en llenar el tubo, que no me preocupe.

Unos 10 minutos después ya tenía la boca como una campurriana, pero logré escupir lo suficiente en el tubo y me pude ir. El resultado lo supe 2 días después, afortunadamente no estoy contagiada.