lunes, 16 de diciembre de 2019

Endometriosis en Japón 10. Por fin me dan el alta

El 6 de diciembre me dieron el alta por la mañana, pero empecemos por las 6 de la mañana, como siempre.
A esa hora vino una enfermera a tomarme la temperatura y demás, y también me trajo un vaso para hacer un análisis de orina. También tocaba el último análisis de sangre, aunque pinchó donde no debía y me recorrió el dolor todo el brazo. Lo volvió a intentar una hora después en el brazo que todavía no tenía como un alfiletero y ya por fin tuve mi último pinchazo de la estancia en el hospital.

Estuve viendo una película e intentando recoger un poco, y vino mi desayuno a las 8.

Tan apetecible como siempre.

Seguía sin hambre y el sabor del desayuno no ayudaba. Menos mal que era mi última comida en el hospital.

A las 9 de la mañana vino Kazuki a ayudarme a recoger y cargar con mis cosas, porque yo no puedo cargar con peso en una temporada. Una enfermera nos dijo que nos iba a traer la factura para pagar, y que cuando la tuviéramos ya podíamos ir a la recepción de la primera planta y soltar el dinero.

Bajamos en el ascensor, y tras pagar por fin pudimos ir -muy despacito, aún me costaba mucho andar- de camino a la estación.
Para una persona sana son unos 4 minutos a pie, pero para alguien a quien le han agujereado el abdomen hace 3 días fue bastante más. Luego en el tren la calefacción estaba muy fuerte, y se me empezó a poner muy mal cuerpo cuando quedaba una estación para llegar -afortunadamente son pocas estaciones hasta la mía-. Al salir del tren y darme el fresquito me empecé a encontrar un poco mejor.

Andar de la estación hasta mi casa también llevó bastante tiempo, pero qué maravilla llegar y poder relajarme sin suero ni señoras gritando en la habitación de al lado todo el día -anécdotas varias del hospital-. Ese día ya en casa Kazuki me hizo la comida y me entró hambre por primera vez desde que me operaron.

Como curiosidad, te hacen quitarte los piercings antes de ingresar, y yo llevaba dilataciones en ambas orejas. Al volver a casa e intentar volver a ponerme todos los piercings las dilataciones se habían estrechado mucho y ahora tengo que llevar piercings normales. En fin, siempre se puede volver a dilatar.

El miércoles de la semana siguiente fui a que me quitaran los vendajes del estómago y a ver el resultado del análisis de mis quistes y del análisis de sangre y orina. Las incisiones tienen bastante buen aspecto y el ombligo, quitando que está un poco morado y que no voy a poder volver a llevar el piercing de allí porque el agujero de salida ha cambiado de sitio, se ve muy normal. Mis análisis todos bien y mis quistes dieron que efectivamente era endometriosis.

Ahora ya a recuperarme y volver a la normalidad poco a poco.

domingo, 15 de diciembre de 2019

Endometriosis en Japón 9. Dos días después de la operación

El 5 de diciembre, habiendo dormido bien y con menos dolor de hombros me encontraba mejor.

A las 6 de la mañana, como siempre, vino una enfermera a tomarme la temperatura, tensión arterial, pulso, comprobar las incisiones de la operación, y auscultarme el estómago a ver si mis intestinos se estaban moviendo bien.
Si ese día no lograba que mi intestino grueso volviera a la normalidad me tenían que poner un enema, pero afortunadamente mi cuerpo empezó a pasar gases ya esa mañana -el poder de los traumas-.

Con más energía, acabé de ver la película que no había podido acabar de ver el primer día, y me di un paseo hasta la otra punta de la planta para ver el monte Fuji -por la mañana cuando está despejado se ve muy bien desde allí-.

Vino el desayuno a las 8. Es irónico que quieran que no te estriñas pero te traigan arroz con todas las comidas.

Arroz con furikake, sopa de miso, tofu, espinacas y leche.

Como curiosidad, si te toca hospitalizarte más de una semana, a partir de la 2ª te dejan elegir menú -hay 2, uno todo con arroz y otro un poco más occidental-. No tenía mucha hambre todavía, así que cogí algo de energía bebiéndome el cartón de leche.

Tras cambiarme los parches para el dolor de hombros -ahí ya me empezaban a hacer efecto- me pusieron otra dosis de suero y antibióticos, y tras acabarla la enfermera me preguntó si me veía con fuerzas para ducharme. Me faltó tiempo para decir que sí -llevaba sin poder ducharme desde el lunes, ya me empezaba a dar asco a mí misma-.
La enfermera me trajo un secador de pelo y un pijama limpio para cambiarme, y me duché muy felizmente, aunque con algo de dificultad para usar la mano derecha -aún tenía la aguja del suero clavada para poner mi última dosis de suero después, así que me la cubrió con plástico y mucho esparadrapo-.

La felicidad personificada tras poder ducharme.

Por la mañana, como todas las mañanas, vino el médico en prácticas a preguntarme qué tal me encontraba, y después mi ginecólogo. Me dijo que como se me veía bastante mejor que si quería el alta al día siguiente. Dije que por supuestísimo que sí, y me dijo que si por la noche seguía teniendo buen aspecto me daba el alta ya -¡Vivaaa!-.

Vino la comida a las 12 -arroz y cosas otra vez-, y a las 3 como siempre vino Kazuki. Me pusieron mi última dosis de suero y antibióticos y por la tarde nos llamó el médico para enseñarme las fotos de la operación. Fue gore, al parecer soy el peor caso que ha visto en 20 años. Tenía tantas adhesiones que pasó gran parte del tiempo despegándome los ovarios el uno del otro y despegando ambos de mi útero. La foto del antes y el después de mis ovarios también impresionaba, parecían 2 pelotas de tenis rojas.
Para acabar de eliminar lo que queda -no pudo quitar todas las adhesiones- me toca seguir con menopausia de momento. En fin, es mejor que volver a pasar por el bisturí.
Finalmente me dio el papel del alta para firmar, instrucciones de cosas que no hacer los siguientes días -como montar en bici o meterme en la bañera- y me dio cita para el miércoles siguiente para quitarme los vendajes de la tripa.

Cena a las 6 y a las 8 se acabó mi última bolsa de suero y por fin fui libre totalmente. Adiós aguja enganchada al brazo 24/7.
Esa noche volví a dormir pronto con pastillas para dormir para estar fresca para preparar mi maleta el día siguiente -con la ayuda de Kazuki-.

sábado, 14 de diciembre de 2019

Endometriosis en Japón 8. El día después de la operación

El 4 de diciembre fue mi tercer día en el hospital.

A eso de las 6 de la mañana vino una enfermera a decirme que hoy tocaba practicar a sentarme y luego tendría que intentar andar. Empezó a levantar el respaldo de la cama poco a poco, y de repente empecé a notar los famosos gases que se te quedan atrapados en el abdomen tras la laparoscopia presionándome mucho el diafragma. Como se me puso mal cuerpo me dijo la enfermera que intentara ir levantando la cama poco a poco por mi cuenta las siguientes horas y si me encontraba mal que parara.
Se fue e intenté levantar la cama un poco más. Maaaal. Entonces fue cuando empezó lo peor de mi experiencia en el hospital, el dolor de hombros. Al parecer los gases que te meten te presionan el nervio del hombro, y es un dolor MUY fuerte -de hacerte gritar-.
Llamé a la enfermera con el botón de llamada, y le dije que necesitaba algo para el dolor. Me dijo que era por los gases y mover los brazos haría que se me pasase, pero eso solo lo empeoraba. Insistiendo me trajo al rato unos parches para el dolor muscular que no sirvieron para nada. Ya muriendo de dolor e insistiendo más POR FIN me trajo analgésicos para engancharme en vena, aunque eran más bien flojos.
A la hora, cuando me hicieron un poco de efecto, logré cambiarme de la bata de la operación al pijama del hospital -aunque esto llevó tiempo porque el dolor de hombros no me dejaba moverme mucho-. Cuando me hizo un poco más de efecto me pude sentar, librándome de la máquina masajeadora de piernas que todavía tenía puesta.

Tenía que andar para que me pudieran quitar la sonda, así que con ayuda de la enfermera y arrastrando el suero logré caminar hasta fuera de la habitación y un poco por el pasillo. Aunque me resultó muy cansado y me costaba respirar por el dolor de diafragma logré andar sin marearme, y al acabar el paseo me quitó la sonda –¡bieeeen, por fin tengo libertad para ir al wc!-, y me dejó descansar en la habitación.

A las 12 me trajeron mi primera "comida", que sería mejor llamar bebida.

La cuchara obviamente no me hizo falta.

En un lado tenía algo que sabía como a zumo de naranja artificial y algo que sabía como a bebida isotónica. En el otro lado algo que sabía a agua caliente y arroz blanco, algo que sabía parecido, y té de cebada caliente, que no me gusta pero venía con todas las comidas. Era mi primera ingesta de líquidos desde el día anterior por la mañana.
Beber era agotador, y los líquidos calientes sabían todos horribles, así que logré beberme el zumo de naranja y la otra bebida fría.

No todo va a ser malo. Tras "comer" fui al wc por mi propio pie y qué maravilla, por favor.
Después me pude cepillar los dientes por fin, sintiéndome muy orgullosa de mi misma.

A las 3 empezaba la hora de visitas, y vino Kazuki hasta la hora que se acababan. Las enfermeras por fin dejaron de ponerme pegas con los analgésicos y una me preguntó si quería más, y le dije que sí, que uno más fuerte, por favor. El que me puso con el suero esta vez era más efectivo, menos mal.

Por la tarde, imagino que por el efecto de volver a ingerir líquidos, recuperé la voz -me dolía tanto tras la operación que casi no podía hablar-.

A las 6 me trajeron la cena, y era la foto que imagino que sale en el diccionario al lado de la expresión "comida para enfermos".

Lo blanco es agua caliente y arroz blanco.

Después, por la noche me quitaron el suero -¡por fin! Pensé- pero me dejaron la vía y el final del tubo todavía enganchados al brazo porque el día siguiente aún me quedaba una última dosis de suero. Aún así, ya iba recuperando un poco más de libertad.

Por la noche no tenía energía para ver películas ni nada, así que cuando se fue Kazuki me quedé momentáneamente frita –sentada en la cama, pero era con el respaldo levantado-, y decidí llamar a la enfermera para que me diera otro analgésico por la noche y me cambiara los parches de los hombros.
Como la dije que no había dormido nada me ofreció traerme también una pastilla para dormir, que acepté encantada, y esa noche logré dormir 8 horas.

viernes, 13 de diciembre de 2019

Endometriosis en Japón 7. El día de la operación

Llegó el segundo día en el hospital, el 3 de diciembre, que era mi día más temido porque me tocaba operarme.

La enfermera a mi cargo por la noche entró en la habitación a eso de las 5:40 de la mañana para ponerme otro enema y acabar de dejar mi intestino grueso como los chorros del oro.

Después de eso me dio la bata que me tenía que poner para la operación. Arriba tenía que llevar solo la bata, pero debajo podía llevar pantalones, bragas y calcetines –luego te hacen quitártelos en la sala de operación, pero al menos puedes ir con un poco de dignidad hasta allí-.
A eso de las 7 me tomé mis pastillas para la tiroides con mi último trago de agua en al menos 24 horas.

Tiene que venir un miembro de tu familia una hora antes de la operación y quedarse hasta al menos dos horas tras la operación –¿Qué pasa si no tienes familia? Ni idea-. Kazuki y mi suegra vinieron a eso de las 8 de la mañana, y a las 8:50 ya me tocaba ir andando -y en ascensor- a la sala de operaciones. Les dejaron esperando en la sala de espera de la zona de operaciones, y yo entré con el mayor nivel de nervios que he sentido en mi vida y con las lágrimas casi saltándoseme –primera operación de mi vida adulta más no saber si voy a estar ingresada 5 días o 2 semanas según cómo estén de mal mis vísceras, ya que si el tema estaba muy mal era posible tener que pasar de laparoscopia a hacer un corte de 20 centímetros cruzándome el abdomen...-.

Una vez tumbada en la sala de operación y usando la bata de manta, intentaron ponerme la aguja para el suero. Fallaron el primer intento, y todavía tengo moratón en la mano de eso. Al menos atinaron a la segunda, pero joder lo que duele cada vez. Después me pusieron electrodos en el pecho y una especie de manguitos de compresión en las piernas para que no me diera el síndrome de la clase turista.
Me iban a operar entre 3 personas -mi ginecólogo, otra doctora a la que no conocía todavía, y el doctor en prácticas-.
La anestesista me puso una mascarilla de oxígeno, y me dijo que enseguida iba a entrar el gas de la anestesia. Tan enseguida que lo siguiente que recuerdo es ya estar despertando -según Kazuki 3 horas después- y oir voces decir el equivalente japonés de "a la de 3", y sentir que me cambiaban de camilla. Oía las voces de las enfermeras y de Kazuki, pero apenas podía abrir los ojos, estaba muy grogui todavía. No podía dejar de temblar mientras me devolvían a la habitación.

Foto que me hizo Kazuki cuando ya estaba de vuelta en la habitación.

En la habitación tenía enganchado al cuerpo suero, una sonda para que saliera la orina –porque no me podía levantar de la cama hasta el día siguiente-, una mascarilla de oxígeno que me iban a dejar 4 horas para asegurarse de que no tenía problemas para respirar -se ve en la foto-, y la máquina masajeadora de piernas. También mogollón de mantas para que dejara de temblar –al rato pasó de eso a fiebre-, y –esto me hicieron comprarlo el día de ingresar- un pañal con una compresa enganchada adentro porque sangras después de la operación. En mi caso no fue demasiada, menos de una semana después ya había dejado de sangrar.

Aunque curiosamente no me dolía nada la zona de la operación ni las incisiones que me hicieron, tanto la garganta como el diafragma me dolían mucho, y tenía constantes ganas de orinar -cosas de la sonda, se te acaba pasando en unas horas-.

Cada 2 horas o así venía una enfermera a cambiarme de posición para tumbarme de lado, luego boca arriba, etc. También me comprobaron la temperatura, tensión arterial, pulso y las incisiones infinidad de veces, y otra infinidad de veces me cambiaron el suero.

A las 8 de la noche se acabó la hora de visitas y se tuvieron que ir Kazuki y mi suegra, y aunque debería haber podido dormir a las 9, creo que dormí un total de media hora en toda la noche. El motivo no era por el dolor o por encontrarme mal, sino porque cada una o dos horas venía una enfermera y me despertaba para tomarme la temperatura y demás. Así toda la noche...

jueves, 12 de diciembre de 2019

Endometriosis en Japón 6. Primer día en el hospital

El 2 de diciembre, un día lluvioso y con todo tipo de retrasos en los trenes -llegamos a tiempo afortunadamente- me tocó ingresar en el hospital a las 10 de la mañana.
Voy a intentar resumir todo lo posible, porque fue largo y me tocó hablar con mucha gente y hacer muchas cosas, pero si hay algo que queráis saber con más detalle preguntad.

Al llegar al hospital fui a la recepción para ingresar, que está un poco escondida, y entregué el taco de papeles que me había tocado rellenar, incluyendo la tarjeta para que me cobren menos –me la fotocopiaron y me la devolvieron-, y un papel indicando mi temperatura de esa mañana y si tenía algún síntoma de resfriado –para evitar gente con gripe en el hospital-. Me dijeron que subiera a la 6ª planta y para allá que fuimos Kazuki y yo en el ascensor.

En la recepción de esa planta había lo que suponía que era un enfermero, pero al acercarme a hablar con él me ignoró y vino corriendo una enfermera a atenderme. Segundos después él estaba atendiendo el teléfono, imagino que lo tienen de telefonista o algo así y evita a los pacientes...

Le dije a la enfermera que me tocaba ingresar y le di el papel que decía la hora y el día, y me enseñó un poco la planta del hospital en la que iba a pasar los próximos días, mi habitación, y me hizo pesarme –con ropa, así que no se si iba a ser muy útil-. Después de eso volvimos a la habitación y me dijo que fuera colocando mis cosas y que me pusiera el pijama del hospital –alquilé uno porque no tengo de los que se cierran por delante y era más barato alquilarlo que comprar uno que no iba a volver a usar-. Me dieron la talla L porque soy alta para estándares japoneses –lo cual es genial, porque después de operarte se te hincha el estómago una temporada y que no te apriete el pantalón se agradece-. No me han llamado alta tantas veces en mi vida, qué ilusión.

Esta era mi habitación. Pillé una privada para poder dormir por la noche, y fue un gran acierto.

Especial mención a la almohada, que estaba rellena de pequeños cubos como de madera. No sabía que seguían existiendo ese tipo de almohadas, pero era un horror, tenía que dormir poniendo una toalla doblada encima. Al parecer son comunes en los hospitales japoneses.

Se fue la enfermera y estuvimos 2 horas esperando sin saber muy bien qué hacer. Tras eso ya fue un no parar de gente entrando y saliendo de la habitación. Ese día conocí a:
-La enfermera que se iba a encargar de mí durante el día.
-La enfermera que se iba a encargar de mí durante la noche.
-La enfermera que se iba a encargar de mí durante la operación al día siguiente.
-La farmacéutica.
-El médico en prácticas que iba a ayudar -no sé si llegó a hacer algo- en la operación del día siguiente.
Y ya mi ginecólogo, al que ya conocía de antes.

Ese día me tomaron sangre una vez, y me tomaron la tensión arterial, el pulso y la temperatura varias veces. Además la farmacéutica estuvo comprobando mis pastillas para la tiroides -creo que ya he comentado que tengo tiroiditis de Hashimoto, ¿no?- y preguntándome si soy alérgica o si alguna vez algún medicamento me ha dado reacción.

Tuve una reunión con mi enfermera del día para confirmar varios de mis datos, una sesión de afeitado de la zona cercana a la operación -al final esa zona ni la tocaron-, una reunión con mi médico para explicar detalles de la operación y posibles riesgos, y mi parte menos favorita *redoble de tambores*... el enema.

A las 9 apagan las luces -a no ser que tengas una habitación privada, que las apagas cuando quieras, pero sabiendo que te van a despertar a las 6 todos los días. Para que estuviera descansada para la operación me dieron una pastilla para dormir que me dejó frita en media hora.
Lo curioso fue que tras mi última comida a las 6, me dijeron que tenía que beber al menos medio litro de agua entre las 9 de la noche y las 7 de la mañana del día siguiente -aunque mayormente iba a estar durmiendo-.

lunes, 9 de diciembre de 2019

Endometriosis en Japón 5. Las últimas preparaciones antes de ingresar en el hospital

¡Hola! ¡Ya me han operado y sigo viva! No ha pasado todavía una semana completa, así que aún tengo bastante poca energía, pero ahora que voy recuperando fuerzas he decidido seguir contando la experiencia en este, mi blog.

Mi última visita al ginecólogo fue el 21 de noviembre, y después en una sala aparte una enfermera me dio todo tipo de explicaciones acerca de cosas que necesito llevar al hospital, me dio muchos papeles para rellenar y entregar el día que ingresara, un horario de lo que iba a hacer más o menos cada día de hospitalización, etc.
También me tocó elegir qué tipo de habitación prefería, si con otra gente o privada, y si iba a alquilar pijama o no.

El 29 de noviembre tuve la cita con el anestesista. Aunque en ese momento pensaba que era el que me iba a atender durante la operación, resultó ser una doctora diferente al final.
Me explicó el papel que me habían dado en la visita anterior al hospital con explicaciones sobre la anestesia, solo que lo hizo mucho más fácil de entender y me iba preguntando si tenía dudas -que le fui preguntando, porque tenía unas cuantas-. Cuando le dije que me preocupaba despertarme durante la operación me dijo que eso pasa en las películas, sí que tenía confianza en los métodos del hospital.
También me hizo varias preguntas sobre mi estado de salud, como si puedo andar más de 20 minutos sin cansarme -a ver, estoy mayor pero no tanto, hijo mío-, si puedo girar el cuello y levantar los brazos, todo sin problema.

De la lista de cosas que me dijeron que llevara esto es lo que no llegué a usar:
-Cucharas.
-Vasos para bebidas frías y para bebidas calientes.
-Toallitas húmedas.
-Una goma para el pelo (me pidieron que llevara 2 porque tengo el pelo largo, pero solo necesité una al final).

Aunque pedían que llevaras algún tipo de zapatillas que no hagan ruido al andar, que sean fáciles de poner y quitar y tengan talón -no como las zapatillas de andar por casa de toda la vida-, me dijeron que si no tenía que no hacía falta que me comprar unas aposta, que llevara lo que tenía. Me llevé unas pantuflas de leopardo muy cómodas que tengo que les puedes poner y quitar el talón cuando quieres.

Una cosa que me hizo dudar de la lista, y que al principio Kazuki también dudaba a pesar de ser japonés, es que ponía que llevara 2 o 3 ショーツ -shorts- que me vinieran un poco sueltos. El problema es que en japonés esa palabra puede significar tanto "pantalones cortos" como "bragas". Era bragas al final.
Con ser bragas de talle bajo, que no lleguen a tocar la zona donde te hacen las incisiones de la operación, vale.

miércoles, 27 de noviembre de 2019

Turismo otoñal por Tokio

Este mes he visitado un par de sitios de la prefectura de Tokio que no había visitado antes. El primero se encuentra en la propia ciudad de Tokio, y es un santuario llamado Nezu Jinja. Es famoso por su largo pasillo de puertas torii -imaginaos el santuario Fushimi Inari de Kioto pero con menos puertas y muchísima menos gente-.


Las puertas torii son bastante bajitas, yo tuve que ir agachada todo el rato y mido 1,63.

Otro sitio que visité hace poco es un pueblo con montañas y mucho verde en la prefectura de Tokio llamado Akiruno. Ahora en otoño está muy bonito lleno de árboles con hojas amarillas y rojas.
 


En lo alto de una colina también tienen una estatua de Buda que es un poco más grande que la de Kamakura. Se llama Rokuya Daibutsu, y hay que pagar 300 yenes para poder verlo de cerca.

 Se sube por aquí.

 Se puede entrar dentro.

lunes, 25 de noviembre de 2019

Endometriosis en Japón 4. Gendogaku tekiyo ninteisho.

Como ir al médico y operarse en Japón cuesta dinero incluso si tienes seguro médico, para que hospitalizarte no te arruine hay un documento que puedes solicitar para que no haya que pagar más de una cantidad X al mes.

El documento que se necesita se llama gendogaku tekiyo ninteisho -限度額適用認定証-. Presentando esto, si por ejemplo te hospitalizan dos semanas y te dan una factura de 300.000 yenes, tú solo tienes que pagar el límite que establece este documento dentro de ese mes –si te hospitalizan a finales de un mes y te dan de alta a primeros del mes siguiente el límite es de cada mes, es decir, que tu límite pasa a ser X multiplicado por 2 porque has estado 2 meses distintos, así que si os hospitalizan en Japón mejor pedid que sea a primeros de mes-.

Dependiendo de tus ingresos anuales, tu límite mensual varía, y se calcula usando una fórmula. En mi caso la fórmula es: 80.100 yenes+(gastos médicos-267.000yenes)×1%.

Ahora, este límite solo aplica a los gastos base, tienes que pagar aparte si por ejemplo pides una habitación privada, si alquilas un pijama, la comida del hospital –es obligatorio que comas lo que te da el hospital, pero tienes que pagarlo aparte porque hay que sacar dinero al contribuyente-, etc.

¿Cómo se solicita este documento? Pues si tienes el seguro de salud nacional –llamado kokumin kenkou hoken (国民健康保険)- que se hace en el ayuntamiento, tienes que ir al ayuntamiento para hacer el papeleo. Si tienes un seguro de empresa –llamado shakai hoken (社会保険)- como es mi caso, tienes que hacer el procedimiento con la empresa de seguros.
En mi caso me bajé el papel a rellenar de la web de la empresa, lo rellené y lo envié por correo a la dirección que sale en la parte inferior de mi carnet del seguro médico.
A la semana me llegó una carta en respuesta con una tarjeta de cartulina con tus datos que hay que entregar junto con tu carnet del seguro médico a la hora de ingresar en el hospital para que no te cobren más de este límite.

sábado, 23 de noviembre de 2019

Ironías de la vida

El viernes fui con Sonia a una viewing party de la final de Drag Race UK que hacían en un bar de Shinjuku Ni-chome -el barrio de ambiente de Tokio- llamado Eagle Tokyo Blue. Si la habéis visto, no os cortéis en comentar quién queríais que ganara y si estáis de acuerdo con el resultado o no -como soy una buena persona no voy a hacer spoilers-.

Según estábamos casi llegando al sitio, apareció este bar cuyo nombre nos provocó unas cuantas risas.

Ni hecho aposta.

viernes, 22 de noviembre de 2019

Endometriosis en Japón 3. Dos meses antes de la operación.

El 10 de octubre fui al hospital a hacerme los análisis que normalmente te tienes que hacer un mes antes de la operación.
Primero me tocó consulta, en la que me preguntó el ginecólogo que qué tal de efectos secundarios. Le conté un poco y me dijo que si podía aguantarlos todavía –como si por decirle que no me fuera a quitar la medicación o algo...-. Me dijo que esperase delante de la sala de consultas, y me llamaron bastante rato después para darme un mapa del hospital porque tenía que recorrer varios sitios diferentes para hacerme análisis, así que mapa en mano me fui a hacer algo parecido a las 12 pruebas de Asterix.

Con numeritos para que no me pierda, cosa que agradezco infinito.

Me tocó por orden y todo en sitios diferentes: análisis de orina, sangre, radiografía del pecho, prueba cardíaca con electrodos, prueba de capacidad pulmonar, pesarme y comprobarme la tensión arterial. Al final de vuelta en la sala de consultas me dieron cita con el/la anestesista –el idioma japonés es muy ambiguo, así que aún no sé qué es- para la semana antes de operarme, y me dieron una explicación de cosas que no debo llevar en el cuerpo en la operación como manicura, piercings, dientes postizos, extensiones de pestañas, etc., que me tiene que acompañar alguien ese día, y más etc.

Los resultados de los análisis me los dieron 2 semanas después. Estoy SÚPER sana. Dejando de lado tener que ir más veces a por recetas de Suprecur porque nunca me da más de 1 o 2, pasemos a la visita importante del 21 de noviembre.

Ese día me dieron cita para explicarme más acerca de la hospitalización. No voy a entrar mucho en detalles porque sería muy largo de explicar.
Básicamente me llevé un libreto y un taco de papeles a casa con todo tipo de explicaciones, como un horario de todo lo que posiblemente tenga que hacer cada día mientras esté ingresada en el hospital, explicaciones sobre anestesias varias –con dibujitos y todo-, una lista de cosas que necesito traer, como pijama –tiene que ser de los que se abre con botones por delante. Como no tengo me dieron la opción de alquilarlo, que me sale más barato que comprar uno que no voy a usar luego-, calzado, toallas, artículos de higiene, un vaso con pajita para que me puedan dar de beber cuando esté hecha mierda tras la operación, etc.

Que no os engañe lo de "hospital guide", está en japonés.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Endometriosis en Japón 2. Los quistes crecieron.

En mi cita de mayo de 2019 en el hospital, y tras esperar 3 horas y pico –en este hospital es normal, he llegado a esperar 2 horas solo para recetas...- y un examen pélvico, el ginecólogo me dijo que el quiste derecho había crecido bastante. Primero que 8 cm, luego que 6 cm –no lo tenía muy claro, se ve-, luego que hay que hacer una resonancia magnética y que si fuera 8 cm habría que operar porque se puede volver cancerígeno. También me hicieron un análisis de sangre ese día.

La resonancia magnética fue 3 semanas después, ya en junio, y el resultado el día siguiente. Para la resonancia magnética milagrosamente no tuve que esperar nada, pero al día siguiente para los resultados 3 horas y pico.
El resultado de mi análisis de sangre bien, mis marcadores tumorales hasta habían bajado bastante y todo –dan altos con endometriosis-, pero la resonancia magnética decía que el quiste derecho ahora medía 7 cm, y no me quedó muy claro cuánto medía el izquierdo, pero mis ovarios estaban básicamente pegados y formando una masa tan grande como mi útero. Me dijo que aunque no era urgente porque todavía no había llegado a 8 cm, me recomendaba operarme, y me dio un mes para pensármelo tras explicarme cómo sería la operación.

En mi cita de julio en el ginecólogo le dije que sí, que me operaba, y pusimos la fecha de la operación a 3 de diciembre. Me dijo que me tocaría ingresar en el hospital el día anterior, y que si sale todo bien y se puede operar por laparoscopia estaría de alta el viernes de esa semana, y si hubiera complicaciones y tocara cambiar a laparatomía, que el jueves de la semana siguiente. Aunque una laparoscopia es una operación por la que en muchísimos países está todo hecho en un día, en Japón por lo que he visto te obligan a hospitalizarte para la operación más pequeña al menos 5 días.

Para intentar encoger un poco el tamaño de los quistes y las adhesiones antes de la operación me quitó de la píldora –la que me había mantenido sin ataques de dolor durante 6 meses- y me dijo que un mes y pico después, cuando toda la medicación haya salido de mi cuerpo, tocaría empezar a usar un spray nasal que me induciría una menopausia temporal durante 3 meses. Fiestaa...

Afortunadamente los ataques de dolor agonizante repentinos que solía tener no volvieron el mes y medio que estuve sin la píldora, y me tocó volver al ginecólogo a finales de agosto para empezar con el spray nasal mencionado anteriormente llamado Suprecur -スプレキュア en japonés-. Tenía que estar usando esa medicación hasta el día antes de la operación, y me dijo los efectos secundarios que muy posiblemente podría tener, como sofocos, insomnio, osteoporosis, dolor muscular, y un largo etcétera.

Menopausia embotellada.

Aunque cada persona es un mundo, estos fueron los efectos secundarios en mi caso:

-Primeras 2 semanas: Las primeras semanas se supone que los síntomas de la endometriosis empeoran antes de empezar la menopausia. Tuve la mala suerte de coger un resfriado justo el 2º día de empezar la medicación, así que tal vez por eso lo pasé especialmente mal.
Mis síntomas fueron: hinchazón de estómago -llevo hinchada cerca de un año, pero esto era el doble de lo normal-, rápido aumento de peso a pesar de estar comiendo lo mismo –combinado con la hinchazón, en una sola semana ya no me entraba ninguno de mis pantalones largos-, mucha menos fuerza física en general y me cansaba con mucha facilidad.

-3ª y 4ª semana: Empiezo a notarme algo menos cansada, así que con algo más de ejercicio de lo habitual y reduciendo calorías un poco logré volver a entrar en parte de mis pantalones. Tengo dolor de cuello y hombros bastante fuerte y al hacer ejercicio me da agujetas el doble de fuertes de lo normal. También empiezo a tener problemas para dormir algunos días, aunque es a lo mejor una vez a la semana como mucho.

-6ª semana: Mi abdomen se deshincha y dejo de subir de peso. Vuelvo a cansarme con facilidad y empiezo a tener dolor de rodillas aleatorio.

El resto de tiempo de tratamiento mis síntomas son mayormente el dolor de rodillas aleatorio, dolor fuerte de hombros y cuello, agujetas con cualquier mínimo ejercicio, se reduce mucho mi tolerancia al alcohol y me dan mareos aleatoriamente. El único lado bueno es no menstruar.

Afortunadamente lo de los mareos también fue temporal, y aunque todavía me estoy medicando -¡ya solo queda una semana y poco para despedirme del Suprecur!- ya no los tengo.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Endometriosis en Japón 1. El diagnóstico.

Todo empezó a finales del 2017. Yo siempre había tenido reglas dolorosas, pero en los últimos meses del 2017 empezó a ir a peor. O un día durante la menstruación o unos días antes de repente me daba un cólico tan fuerte que me podía tirar de 30 minutos a 2 horas retorcida de dolor hecha una bola en el suelo sin poder moverme. Esto solía coincidir con cuando sentía algo de gases intestinales, así que pensé que era eso mezclado con dolor de regla, y como solo era un día al mes no le di mayor importancia.

Esto continuó, siendo el dolor un poco peor cada mes, y a finales de septiembre de 2018 me dio un cólico tan fuerte que me tiré casi una semana sin apenas poder comer ni andar. Entonces fue cuando decidí que sí que era algo a lo que darle importancia, y como me solía coincidir siempre con la regla decidí que lo mismo era un problema ginecológico y no intestinal, y tras investigar un poco decidí en octubre visitar una clínica ginecológica en Shibuya con doctora y bastantes mejores críticas en Google que las de mi barrio.

Era mi primera visita a la ginecóloga en Japón, y aunque ya había oído hablar de ello, experimenté por primera vez la cortinita que te ponen cuando te hacen el examen pélvico. Suena a coña, pero tras sentarte en la silla esa de tortura, hay una cortinita que pasa sobre la cintura de modo que no puedes verte ni las piernas ni a la persona que te hace el examen. Lo he dibujado para que os hagáis a la idea.

La cortina en realidad es más ancha, de pared a pared.

Al parecer es para que no te dé vergüenza ver la cara de la persona que te está metiendo un tubo en la vagina, cosas raras de este país. Puedes pedir que la quiten, pero a mí personalmente me da igual tanto si la ponen como si no.

Durante el examen me dijeron que tenía los ovarios hinchados –eso no te lo enseñan en la escuela de japonés-, y tras terminar y hablar con la ginecóloga, al parecer tenía unos quistes más bien grandes en ambos ovarios. Me hicieron un análisis de sangre para ver mis marcadores tumorales, para ver si podía ser algún tipo de tumor maligno, y el mismo día por la tarde fui a otro sitio en Shibuya para que me hicieran una resonancia magnética.

Una semana después tuve que volver a por los resultados. El diagnóstico, endometriosis. Mis quistes eran benignos, más concretamente endometriomas –pero joden igualmente-. La ginecóloga me hizo una “carta de presentación”-紹介状 en japonés. Se lee shôkaijô- para un hospital grande, para que me lo controlaran allí –las clínicas no suelen tener equipamiento para cirugía si hace falta, por ejemplo-, y le pedí que me la hiciera para el hospital más cercano a mi casa.

Respecto a las cartas de presentación, en Japón para ir al médico puedes ir directamente a una clínica del especialista que necesites, o si tienes algo más grave a un hospital grande si tu especialista te escribe una de estas cartas –sin carta muchos hospitales no te admiten, o te admiten pero cobrándote un extra-. La carta tiene datos sobre tu condición de salud, y está cerrada para que no puedas ver lo que hay dentro, al parecer por “privacidad”. Si lo de la cortina me parecía ridículo, esto ya… De hecho, si abres el sobre la carta pierde su validez y ya no te la admiten.

Pues resulta que el hospital de mi barrio era con cita, y cuando llamé para pedirla me dijeron que tenía que llamar el 1 de cada mes para pedir cita para el mes siguiente, y que insistiera mucho con el teléfono desde que abrieran la línea, porque se peta de llamadas y es posible que se llenaran las citas enseguida y me tocara esperar otro mes más. Investigando a ver si la carta de un hospital se podía usar en otro, porque no podía andar esperando tanto, descubrimos que sí, y Kazuki llamó a otro hospital no muy lejos en tren y con bastante historial de cirugías ginecológicas para preguntar si valía la carta –yo ya estaba de los nervios y mi japonés no funcionaba-, y le dijeron que sí. Este hospital se llama Saitama Medical Center –a pesar del nombre en inglés, no esperéis a nadie que no sea monolingüe en japonés allí o que hable 3 palabras en japanglish y ya-.

Aquí es.

Pues fuimos el siguiente día que estábamos libres los dos, y tras rellenar papeles y esperar muchas horas en la sala de espera, y otro examen con cortinita, me dijo el ginecólogo de allí que en mi ovario izquierdo había un quiste de 5 cm, y en el derecho un quiste complejo de 6 cm. Suena grande, ¿verdad? Pues al parecer no era tan grande como para necesitar operarme –a no ser que quisiera tener hijos, que no es el caso ni ahora ni nunca-, así que me dijo que exámenes pélvicos cada 6 meses para controlar que no creciera, y que si llegaba a los 8 cm había que operar porque podía volverse maligno. También me hicieron un análisis de sangre para ver si tengo anemia, ETS, problemas de hígado, etc. En ese sentido estoy sanísima, por cierto.

En mi siguiente visita, ya en diciembre, para ver el resultado del análisis de sangre le pedí que me mandara la píldora, para al menos controlar qué día del mes muero, y esta es la que me mandó.

Lunabell ULD.

La píldora en Japón es CARA, por cierto, pero desde el primer mes de tomarla los cólicos desaparecieron –tuve otro grande de morir de dolor varios días antes de empezar a tomarla- y mi dolor menstrual en general se redujo mucho, así que valió la pena. El seguro de sanidad japonés solo cubre el 70% de tus gastos médicos –siempre tienes que pagar un 30% cuando vas al médico o cuando compras medicinas-, y aún así son unos 2420 yenes por mes de píldora.

Próximamente, el examen pélvico 6 meses después.

lunes, 18 de noviembre de 2019

Endometriosis en Japón: Los inicios.

A finales del año pasado me diagnosticaron endometriosis. Si desconocéis la enfermedad tenéis muchísima información disponible en Google, pero así resumiendo, es una enfermedad crónica de origen aún desconocido que trae mucho dolor e hinchazón abdominal a tu vida.

Cuando me diagnosticaron, y ante la posibilidad de tener que operarme en un futuro cercano si empeoraba -spoiler: empeoró y me tengo que operar en diciembre de este año-, estuve buscando información en internet acerca de cómo sería el proceso en Japón, y encontré cero información tanto en español como en inglés. Aunque no perfecto, yo hablo y leo japonés, e información en japonés hay, pero las experiencias de mujeres japonesas no me resultan del todo útiles, ya que por ejemplo las dosis de medicación en Japón son extremadamente bajas en comparación con España –para que os hagáis a la idea, es difícil encontrar Ibuprofeno de más de 100 mg por pastilla-, y yo quería saber cómo iba a reaccionar un cuerpo como el mío.

Por eso he decidido escribir sobre toda la experiencia, desde que me diagnosticaron hasta después de la operación –pasar por el quirófano por primera vez desde que empecé a vivir en Japón... Acojonada es poco-, para que alguien que en un futuro pase por la misma situación pueda encontrar información que le pueda ser útil.

Esta entrada es solo una introducción, pero etiquetaré todas las futuras entradas relacionadas como "endometriosis", para que sea fácil de buscar a quien le interese el tema.

viernes, 15 de noviembre de 2019

Egoblog edición casi se acaba el año

Vuelve el egoblog. ¿Qué looks ha llevado Cal, es decir, servidora, los últimos meses? Pasen y vean.

Empecemos por un día de finales de junio en el que hacía algo de calor y no me apetecía demasiado arreglarme.

Me compré esos pantalones en Vietnam. Son muy fresquitos.

Sigamos con julio, cuando empezó el verano de verdad este año. Sí, yo con sandalias.

Ese día sí que hacía CALOR.

Me salto agosto porque sudor. No, perdón, SUDOR. Saltemos a septiembre, que aunque todavía hacía mucho calor, era un poco más tolerable.

De camino a Koshigaya Lake Town.

La siguiente foto es de septiembre también, un día que iba monísima -no es porque lo diga yo- y muy rosa.


Sigamos con octubre. Ya por fin con clima de sudadera. Esta vez el tema era rojo.

Con moñitos mágicos. Los llamo así porque uso muy poco pelo pero quedan grandes.

El look entero.

Para acabar, un look de este mes de noviembre. El tema era neón y unicornios.

Esta vez tocaban trenzas.


A pesar de ser noviembre la sudadera me duró poco ese día.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Dejando el edificio rebonico

Están haciendo reformas en el edificio en el que vivo. Aunque la nota que metieron en los buzones no especificaba mucho, imaginaba que iba a ser para reparar todas las partes rotas de las escaleras que habían pegado de momento con cinta aislante -no me lo invento, llevan así meses-, pero no, al parecer tocaba repasar la pintura de los muros -imagino que lo de arreglar las escaleras lo harán más adelante-.
Llegó el día que se suponía que iban a empezar, y al salir de casa me encontré con este panorama.



Ahí, todo bien cubierto con láminas de plástico para no pringar al pintar. La idea parecía buena hasta que vi la manilla de la puerta.

¿Mmm?

La primera vez que tuve que volver a casa me encontré con el problema de que, aunque en la foto no se aprecie mucho, si muevo la manilla para abrir la puerta se rompe el plástico que está enganchado a la misma. El plástico se tiró ahí al menos 3 días antes de que pintaran, así que no fue de gran utilidad.

Ahora ya está todo pintadito y sin plásticos de por medio, pero todavía no han acabado. A ver qué de rebonito dejan el edificio.

sábado, 26 de octubre de 2019

Sinchon international flower market

Siguiendo con el reciente viaje a Seúl, el día que decidimos ir a Sinchon -el primo surcoreano de Chinchón, provincia de Madrid- nos encontramos de casualidad con un festival de flores llamado Sinchon international flower market.


Además de puestos en los que vendían cosas relacionadas con el tema floral, había varias zonas decoradas para hacerse fotos con flores -el sueño húmedo de todo/a influencer-.



Kazuki y yo intentamos hacernos varias fotos en estos sitios, pero no acabó de salir suficientemente influencer del todo.

 Hacía bastante viento.

Flower power.

También había un concurso de baile que no nos quedamos a ver porque ninguno de los dos somos especialmente fans del k-pop.


Estuvo chulo de ver. Al parecer hacen 2 al año y esta era la versión de otoño.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Cloud with Sky

A primeros de este mes Kazuki y yo estuvimos unos días en Seúl de vacaciones. Además de comer hasta reventar estuvimos en algunas cafeterías de animales en las que no habíamos estado antes -donde vivimos está prohibido tener mascotas, pero necesitamos amor perruno de vez en cuando-.
La primera a la que fuimos se encuentra en la zona de Hongdae, y se llama 구름 뜬 하늘, o en inglés Cloud with Sky. Como dato curioso, son los nombres de dos de las perras que hay allí -"Nube" es una malamute de Alaska y "Cielo" es una bobtail-.

Es en el primer piso de este edificio. Donde el cartel con 2 perros.

El sitio me llamó la atención por tener muchos perros grandes, lo cual es una rareza en cafeterías de perros. Cuando le enseñé a Kazuki fotos del sitio en Instagram -él no tiene cuenta- tardó medio milisegundo en decirme que quería ir fijo.

Muero de amor.

Además de tener perros residentes, también funciona como hotel para perros, así que algunos de los peludines con los que pasas el tiempo allí solo están de visita. Un ejemplo de huésped temporal es esta perrita a la que se referían como Sexy -me abstengo de hacer comentarios sobre el nombre-.

Era súper adorable, fue la primera en acercársenos.

Los perros residentes tampoco tenían nada que envidiar en términos de adorabilidad.

Suaaaave.

Como toda cafetería de animales en Seúl, hay que comprar una bebida al entrar -eso cubre el precio de la entrada-. Eso sí, parece que los humanos no somos los únicos en pillar bebidas.


Estuvo bastante bien, volvemos seguro.

martes, 1 de octubre de 2019

Monstruo calórico

Estamos a 1 de octubre y sigo llevando camisetas de tirantes y pantalones cortos para salir a la calle. El lado bueno es que todavía hace clima de comer helados -*cof*como si no los siguiera comiendo en invierno*cof*-.
Pues un día que estaban los helados a mitad de precio en el gyomu super apareció esto.


El helado se llama "karorii monsutaa" -"calorie monster" en japanglish-, y en el texto de la derecha dice que con 3 tipos diferentes de queso supera las 300 calorías -concretamente tiene 309-.
Como persona que come helado habitualmente, he comprobado que acercarse a o superar las 300 calorías por helado es algo muy común, pero oye, déjales, que lo mismo convencen a alguien que no suela mirar cuántas calorías tiene la comida.

El caso es que como amante del queso había que probarlo. Según ponía en el envoltorio, la capa del centro es chocolate de queso gouda. La capa que lo cubre es helado de queso crema, y la parte exterior tiene chocolate blanco y galletas con sabor "como a queso cheddar" -lo pone así tal cual-.
Probemos la guarrería, a ver qué tal sabe.


Sabe mucho a queso, sí. Yo le cambiaría el nombre de monstruo calórico por aberración de queso. A mí me encantan los dulces de queso, en plan tartas de queso y derivados, pero esto no sabe a queso que pegue con un dulce, sino más a algo que pega en una bolsa de gusanitos con sabor a queso.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Tori no Asobiba Chorakuen

La semana pasada fue mi cumpleaños, y este año, aunque Kazuki y yo no nos fuimos de viaje a Corea del Sur como en años anteriores, sí que hicimos un pequeño viaje hasta una zona remota de la prefectura de Kanagawa. Más concretamente, a la ciudad de Chigasaki.

Pero antes de nada, vamos con el look del día.


¿Y qué hay perdido por Chigasaki a unos 10 minutos en autobús de la estación del mismo nombre? Pues una "cafetería" -según su página web, pero no sirven bebidas de ningún tipo. De hecho te avisan de que cerca no hay convinis y que si quieres algo de beber que lo compres antes de venir- de pájaros. Bueno, más que una cafetería es una habitación de un chalet en medio de un barrio residencial de un señor amante de los pájaros que cría y acoje cacatúas, loros, etc. y que también les busca un hogar -algunos están a la venta-, y supongo que decidió un día empezar a cobrar a la gente por ir a jugar con sus pájaros -que me parece bien, los pájaros también necesitan mucha atención y cuidar tantos tiene que ser un dineral-. También tiene servicio de hotel de pájaros, por si tienes un loro y te quieres ir de vacaciones y no sabes dónde dejarlo mientras.

Esta "cafetería" se llama "Tori no Asobiba  Chorakuen" -鳥の遊び場 鳥楽園, que se puede traducir como "el patio de juegos de los pájaros, el paraiso de los pájaros"-.

Lo que decía, es un chalet.

Al llegar el dueño te enseña las normas -solo en japonés, aviso- y te pregunta si tienes pájaros en casa. Si no tienes solo te tienes que desinfectar las manos y pagar antes de entrar.
Son 1000 yenes la hora y 500 yenes cada 30 minutos extras, pero también hay una opción de "free time" por la que por 2000 yenes puedes estar sin límite de tiempo -nosotros estuvimos algo más de 3 horas-. Esto lo pone en la web, pero no en el papel que el dueño te enseña, así que es bueno saberlo antes de ir.
Una vez estás dentro el señor desaparece -a ratos te vigila disimuladamente desde la habitación de al lado- y te deja en una habitación llena de pájaros enormes y amorosos que vienen volando para posarse en tu cabeza, tus hombros, comerse tu ropa...

 Disfrutando de mi popularidad, aunque sea temporal.


El dueño nos advirtió sobre Momotaro, la siguiente cacatúa Galah de aspecto adorable e inocente, por no hablar de su tremendamente suavecita cabeza.


Al parecer si se te sube al hombro es posible que te intente picotear la cara, así que estuve teniendo mucho cuidado cada vez que se me subía al hombro. Gracias a eso, la cara no me la picoteó -el cráneo cuando se me subió a la cabeza en cambio...-.
Los demás pájaros eran más pacíficos, afortunadamente.

Esta era especialmente adorable.

Este loro eclecto tan mono no dejaba de volar hacia mi cabeza y posarse en ella.


Si el sitio os ha gustado y os interesa ir, os aviso de unas cuantas cosas:

Como en las cafeterías de pájaros a las que he ido hasta ahora los pájaros grandes suelen ser menos de acercarse a la gente, hasta ahora nunca me habían agujereado la ropa -a Kazuki sí-, así que cometí el gran error de llevar mi camiseta favorita. Perdón, mi ex-camiseta favorita, descanse en paz. Os recomiendo ir con ropa que no os importe mucho, que cuando tienes 4 cacatúas a la vez encima no puedes evitar que todas te picoteen la ropa.

Personas a las que no recomiendo ir:
-Quienes no estén acostumbrados/as a los pájaros grandes o tengan el más mínimo reparo delante de ellos, ya que todos los pájaros están sueltos.
-A quienes les importe que les vayan a arañar y picotear, y alguna caca ocasional. Llevad toallitas húmedas, que allí no tienen.
-Quienes tengan los oídos sensibles.
-Quienes tengan intención de ir solos/as. Por muy acostumbrados que estéis a los loros y las cacatúas, a veces necesitas ayuda y como ya he comentado antes, el dueño desaparece la mayor parte del tiempo.

Personas a las que sí recomiendo ir:
-Amantes de los pájaros, cuanto más grandes mejor.