jueves, 29 de marzo de 2018

Hanami 2018

Otro año más llega la primavera -aunque hace un par de días hacía frío y estaba nevando-, y con ella florecen los cerezos.
Este año tenía pensado ir con Kazuki al parque de cerca de la estación de Kawaguchi, pero entonces un día pasé de casualidad por al lado de un parquecito que hay no muy lejos de mi casa y vi que estaba lleno de cerezos en flor. Como los cerezos solo florecen una semana al año y no paso tan a menudo por delante de ese parque, no me había dado cuenta de que era un buen sitio para hacer hanami, ya que apenas había gente -está retirado de la estación y tienes que vivir cerca para saber que existe-.

Este es el parque en cuestión, en el que hicimos hanami este año.


Vale, como muchos parquecillos de barrio japoneses no tiene césped, pero tiene bancos y nos llevamos una esterilla por si acaso, para poner sobre la tierra si no había bancos libres -al final sí los hubo-.

Justo debajo de un cerezo. La bici de Kazuki está un poco más a la izquierda.

El menú de este año fue por mi parte quiche de champiñones, una especie de mortadela que venden aquí -no hay jamón de York-, y verduritas varias. Kazuki hizo pollo frito con salsa, patatas fritas y mini hamburguesas de pollo. También nos llevamos algo de beber y de picar por si nos quedábamos con hambre.



Estos cerezos eran de la variedad "demasiado altos para hacer fotos a las flores de cerca", pero bonitos estaban igualmente.

Afortunadamente algunas crecían en el tronco, a altura humana.

lunes, 19 de marzo de 2018

Apariciones varias recientes en publicidad

Últimamente están emitiendo en TV e internet algunos anuncios en los que salgo  -aunque sea de refilón- y que no había mencionado por aquí, así que hoy toca.
Vayamos por orden de que se me reconoce menos a más.

Empecemos por la joyería Mikimoto. Es un anuncio bastante largo y tienes que saber que soy yo para reconocerme. En este enlace lo podéis ver -salgo en el el minuto 0:28 paseando a un perro-.

Esta es la escena. El perro era una monada.

Sigamos por este anuncio de desodorante de la marca Kao llamado Bioré Deodorant Z.


Sí, soy la media cabeza que hay detrás de Naomi Watanabe en el primer medio segundo.

 El siguiente es un anuncio que han empezado a emitir este mismo mes en el que se me ve bastante más. Es de la empresa NGK NTK, que hace componentes para coches.

A la derecha, corriendo como el viento.

Lo podéis ver en este enlace, donde pone MOVIE.

martes, 13 de marzo de 2018

Jollibee

Sentía curiosidad por Jollibee, el popular restaurante de comida rápida filipino -que desconocía hasta que empezamos a planear este viaje, a decir verdad-. A pesar de su popularidad, la comida tenía bastante mala pinta en la foto, pero ¿cómo sería el sabor? Pues aprovechando que cuando hicimos escala en Manila para volver nos cruzamos con un Jollibee, probamos varios platos del menú.

El McDonald's filipino.

Probamos el pollo, las hamburguesas con queso, los espaguetis y el perrito caliente -que nos trajeron tras hacer esta foto y con los dedos pringosillos como para volver a coger el móvil-.


La mascota de Jollibee.

Empezamos por probar las patatas, que estaban buenas. A continuación las hamburguesas. Ya solo tras abrir el envoltorio se adivinaba a qué iban a saber.

Malilla. Como una hamburguesa de Happy Meal pero peor.

El pollo frito era lo más decente después de las patatas, así que compensó la hamburguesa. Tras eso probamos los famosos espaguetis, que tenían una salsa de tomate con sabor más bien dulce y algo parecido a chorizo pero que no sabía a chorizo.
El toque final fue el perrito. Estaba malo, no le pude dar más de un bocado. La salchicha tenía textura y sabor raro. Hasta a Kazuki le costó darle varios bocados, y eso que hay muy poca comida que no le guste.

En conclusión, no creo que repita. Afortunadamente todos los demás sitios en los que comimos durante nuestro viaje tenían comida rica rica.

domingo, 11 de marzo de 2018

Cal en Filipinas

Kazuki y yo, como todos los inviernos, nos fuimos de viaje a algún sitio en el que fuera verano, y esta vez tocó Filipinas, país en el que ninguno de los dos habíamos estado antes.
Atraidos por la playa, buena temperatura, y la posibilidad de hacer snorkel, fuimos a Cebú -por la cercanía al aeropuerto más que nada- y a la isla de Panglao, más concretamente a Alona Beach.

El viaje no empezó con buen pie, ya que nuestro avión salió con casi 3 horas de retraso. Muchos otros vuelos iban con retraso ese día a pesar de ser un día sin ningún tipo de inclemencia climática. A saber qué pasó.
Cuando llegamos ya no salían autobuses del aeropuerto, así que tocó coger un taxi al hotel. Había leído por internet que 400 pesos mínimo, pero nos costó algo menos de 200 al final.

Cogimos uno de los "white taxi" de la parada de idem.

Había taxistas intentando sacar a gente de la cola para subirles a su taxi, pero pedían bastante más dinero y había oído muchas historias sobre taxistas timadores, así que decidimos que por hacer cola 5 minutos no pasaba nada.

Al día siguiente fuimos al puerto a coger el ferry para Bohol, que sale del Pier 1 de Cebú.

Nuestro ferry.

Tras 2 horas de ir en una nevera flotante -ese aire acondicionado lo podían bajar un poco, menos mal que llevaba una sudadera- llegamos al puerto de Tagbilaran.
Para nuestra desgracia se puso a llover muchísimo, y teníamos que esperar a que nos dieran nuestro equipaje -hay que facturarlo y luego tienes que ir a que te den tu maleta según la bajan-. Mi maleta se ve que se les cayó sobre un charco mientras repartían las demás, y el interior estaba empapado. Eso sí, mi abrigo impermeable iba arriba del todo protegiendo lo demás, así que fue lo único que se mojó del contenido, menos mal. 
Una vez con nuestras maletas fuimos a nuestro destino, Alona Beach. Al principio seguía lloviendo a raudales, pero luego por fin amainó, y pudimos dar una vuelta por la playa, bañarnos un rato en el mar y ver el atardecer.



Aunque ya sabía que es un país bastante católico, no me esperaba tantísimos rosarios y figuritas de Cristo y la virgen por todas partes. Esta que había en nuestro hotel por fuera era enorme y de noche daba mal rollo.


¿Qué hicimos durante el viaje? Pues básicamente comer, estar por la playa y hacer snorkel. Aunque mucha gente coge un barco hasta una isla cercana, si vas hacia la izquierda hasta el final de la playa hay una zona sin barcos -alguna vez entra alguno, pero pocos- con muchos peces -encontramos a Nemo-, estrellas de mar enormes y erizos de mar de todos los tamaños. El agua era muy clara, así que se veía sin problemas.

¡Al agua, patos!

Todo preparado para sumergirse.

Ya podía tener una playa así cerca de casa.

La verdad es que no me puse muy morena porque suelo reaplicarme el protector solar muy a menudo -algo muy importante-, pero Kazuki se toma mucho menos en serio la protección de su piel, y se puso como una gamba.

Au.