Es sabido tanto por los japoneses como por los extranjeros viviendo en Japón que la policía japonesa destaca por dos cosas:
1.Tiene mucho tiempo libre.
2.Tiene bastante obsesión con las bicicletas.
Recientemente una conocida me había comentado que, al menos en la zona de Kawaguchi -la ciudad de al lado de Toda- la policía últimamente estaba muy pero que muy quisquillosa con las bicis y paraban a la gente a la mínima. Yo no había notado ninguna diferencia, le dije entonces, pero justo ayer me pararon a mi.
Me había parado un momento porque venía un coche por la calle perpendicular, y al continuar, me paró uno de los dos guardias que se encontraban en esa misma calle por la que yo venía.
No iba por la acera, ni hablando por el móvil, ni haciendo equilibrios con el paraguas. Estaba nublado y algo oscuro, pero no lo suficiente como para que tuviera que llevar las luces puestas, pensé. ¿Entonces qué? Puede que sea una de esas comprobaciones rutinarias que hacen de vez en cuando para ver si tu bicicleta es robada... pero esta es mía, y la matriculé a mi nombre, así que no pasa nada...
-Perdone, ¿puede hablar japonés? Estamos repartiendo unos papeles para concienciar a los ciclistas de que conduzcan con cuidado...
Me dijo. Vale, menos mal.
Me pidió mi nombre, que apuntó en una libreta, y me dio el papelito rojo con las normas de circulación para bicicletas. Un poco de charla ligera y me dejó marchar.
Definitivamente tienen tiempo libre para aburrir, los pobres.