Empecemos por el look del día. Hacía mucho que no me hacía moños con todo el pelo y me quedaron bastante desparejos, qué le vamos a hacer.
La intención es lo que cuenta.
¡Vamos para allá!
Este año fuimos un poco antes que el año pasado, y pillamos sitio con nuestra esterilla del todo a 100 en una explanada con hierba muy maja que hay al lado del río.
Parecía que iba a llover pero al final no cayó.
Para acompañar el espectáculo, trajimos bolsas de patatas y bebidas.
Los fuegos duran hora y media, así que mejor llevar algo de picar.
El inicio se demoró un poco este año -como unos 10 minutos-, pero por fin empezó. Kazuki no se trajo su cámara guay esta vez, así que pensé en hacer con la mía y me traje el mini trípode, ese que tengo desde hace la tira de años, que conseguí por 100 yenes en un outlet de electrodomésticos de Ikebukuro. Se ve que le llegó su hora, porque en cuanto lo apoyé en la esterilla se le desprendió una de las patas, así que hice lo que pude apoyándome la cámara en la rodilla.
Esta semana había refrescado un poco, así que aunque subió la temperatura ese día, no hizo tanto calor como el año pasado. Menos mal.
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