viernes, 6 de mayo de 2011

El polideportivo de Toda

Debido a mis constantes dolores de espalda he decidido ponerme a hacer natación, así que tras buscar una piscina cubierta que no fuera la del club de fitness de al lado de la estación, que tiene un precio abusivo, con la ayuda de Kazuki encontramos el polideportivo de Toda, el cual tiene piscina cubierta. Los horarios que tiene son un poco incompatibles con los míos, así que desde que me compré el gorro de natación hasta que pude ir han pasado un par de semanas, pero por fín, aprovechando que esta semana es la Golden Week, me dirigí allí a ponerme en forma -o intentarlo-.

Este polideportivo está a unos 20 minutillos de mi casa andando. A la ida no es ningún problema, yo ando mucho más a diario, pero no sabía qué tal me iba a encontrar a la vuelta. Mejor no pensarlo, así que cogí la mochila y me fui para allá.

Para allá todo recto.

Llegué un poco pronto, ya que aún quedaba media hora para que abrieran la piscina en el turno de tarde -la abren en tres turnos, unas 2~3 horas por la mañana, e idem a medio día y por la tarde-. Como en Saitama, a diferencia de Tokyo, es fácil encontrar bancos para sentarse, aproveché un ratillo para coger fuerzas.

Saitama is different.

Por cierto, el polideportivo de Toda es un centro de evacuación en caso de desastre natural, como por ejemplo, si nos comemos un terremoto muy grande. En cada barrio de cada ciudad y pueblo de Japón hay un área para esto. Por ejemplo, cerca de mi escuela el área de evacuación es un parque.


Ya por fín entré, y primero me puse a buscar la máquina para comprar tickets para la piscina. Para mi sorpresa, el precio era diferente que el de la página web. Debajo de la máquina explicaba un papelito que ese es el precio de la piscina descubierta, y que la cubierta es más cara -manda huevos-. De todas formas, los residentes de Toda tenemos descuento, así que tampoco me salió tan caro al final.

Para ir a la piscina primero había que dejar los zapatos en una sala habilitada para ello, cruzar un pasillo y ya ir a los vestuarios. Yo llevaba el pelo recogido -total, para ir a nadar peinarse es tontería-, y se me veían las orejas perfectamente. Kazuki me comentó que lo mismo me ponían algún problema con los piercings, y yo, que hasta ahora solo he tenido problemas una vez porque no me dejaban tirarme por un tobogán acuático si no me los quitaba, no pensé que fuera a tenerlos, y si había algún problema, que me lo dirían antes de entrar.
No me dijeron nada, y entré. Dejé mis cosas en la taquilla, que por cierto, son taquillas que funcionan con 10 yens. Nunca creí que llegaría a ver taquillas de 10 yens, acostumbrada a ver siempre precios entre los 100 y los 500 yens.


La llave de las taquillas de las piscinas suele tener una goma para enganchártela a la muñeca y poder bañarte con ella en vez de tener que dejarla por ahí. Esta goma era muy estrecha y me costó ponérmela. Para alguien con muñecas más anchas que las mías tiene pinta de doler.

Ya con el gorro de natación puesto y todo entré a la piscina y eché un vistazo a las calles. A la izquierda, señores mayores haciendo práctica libre. A la derecha, niñas que no aparentaban más de 10 años haciéndose varios largos a mariposa con un entrenador y una entrenadora gritando como si estuvieran en el ejército. Vale, yo voy a la izquierda con los señores mayores...
Me tiré al agua a la calle con menos gente, y antes de que pudiera empezar a nadar una de las socorristas vino corriendo y empezó a llamarme. Entonces fue cuando me lo dijo, que me tenía que quitar los piercings -a buenas horas...-. Yo cuando tengo las manos secas -y el cuerpo-, aunque me lleva un rato quitarme 10 pendientes que son en total, me los quito, pero es casi imposible estando empapada, por mucho que me intente secar. Las dos dilataciones salieron con facilidad, pero el resto... tras 5 minutos peleándome con la misma bolita de rosca vi a la socorrista 1 ir a hablar con la socorrista 2, la que estaba subida a la silla alta típica, y luego dirigirse hacia mi. Se ve que se apiadaron de mi, vieron que ni de coña iba a conseguir quitármelos, y me dijeron que si me los tapaba con unas tiritas no había problema. De hecho se fue a por un botiquín y me dejó tiritas, hasta me fue ayudando con ellas.
Las tiritas me duraron un largo.
Yo ni me di cuenta, pero al rato vi cómo las dos socorristas volvían a llamar mi atención. Entonces fue cuando me dijeron que se me habían despegado, y que me iban a dejar mejor una cinta más resistente entre disculpas. Esta vez ni me hicieron salir de la piscina, trajeron las cintas y me las pusieron ellas.


Ni idea de por qué tienen una norma tan absurda en algunas piscinas japonesas -no en todas, la última vez que usé una piscina cubierta en otro pueblo de Saitama no me dijeron nada de quitarme los pendientes-.
Recuerdo que la excusa de aquella vez en el tobogán acuático fue que "es peligroso" -aunque no te explicaban qué tiene de peligroso-, pero aquí no tenía lógica alguna. Como quiero que me dejen usar esta piscina dejé que me llenaran las orejas de esparadrapo.

Por lo demás todo normal, nadé, tras mucho nadar recordé lo mucho que cansa, y me volví a casa con dolor de todo pensando "20 minutos de camino...".
Pero ya se me acostumbrará el cuerpo.

3 comentarios:

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