jueves, 2 de junio de 2011

Habemus bicicleta. Segunda parte

Tras un pequeño encontronazo con la ley que tuvimos Kazuki y yo por incumplir una de las normas que comenté en la entrada anterior, y ahora que hemos comprobado lo bien que viene tener bici, hemos decidido comprar otra, para no tener que ir turnándonosla.

En el supermercado que hay cerca de mi casa hay bicicletas bastante baratillas, y si es día de lluvia te rebajan el precio 1000 yens. Hoy llueve y mucho, así que era el día perfecto.
Tras elegir una bici que fuera fácilmente distinguible -Kazuki me dijo "es muy tú"-, la matriculé. En Japón hay que matricular las bicicletas cuando compras una, pero es un proceso muy sencillo. Rellenas un papel con tu nombre, dirección, y teléfono, pagas el precio de la matriculación -500 yens en mi caso- y te llevas la bici para casa. Bueno, yo me esperé 20 minutos a que le pusiera los pedales y tal, pero eso ya es aparte.

Oh sí, ROSA.

La cadena rosa a juego.

Japón es uno de esos países en los que nunca te van a robar la cartera, el bolso, ni cualquier cosa que te dejes por ahí, siempre y cuando eso que te dejes no sea una bicicleta. Al ser uno de los pocos objetos comunes de robos, la gente suele ponerles o dos candados o un candado y una cadena. La mía trae un candado que bloquea la rueda de atrás, y como solo traía uno compré la cadena, por si acaso.

3 comentarios:

  1. Me encanta!!!!!!


    Claudia

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  2. Oh, rosa, como un chicle... mm... hace mucho que no masco un chicle... (¿soy yo o me he puesto en modo Homer?)

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