lunes, 21 de septiembre de 2015

Cafe Gaene

Siguiendo con el tema de Seúl y de mi cumpleaños, cuando estaba investigando antes del viaje cosas para hacer durante el mismo, me encontré con que en Seúl hay varias cafeterías de perros. En Tokio todavía no he encontrado ni una, así que quería ir a jugar con los peludines.
Investigando pudimos encontrar qué tipos de perros tenían en cada una, y Kazuki encontró una con mi perro favorito, el carlino o pug -es como una croqueta arrugadita con patas, me encanta-. De hecho no tenían uno ni dos, sino tres -y un bulldog, ya para añadir más arruguitas al tema-. Por esto mismo y porque en el edificio donde vivo no se puede tener mascotas, se convirtió en el plan perfecto para el día de mi cumpleaños.

Esta cafetería se encuentra en Myeongdong, bastante cerca de la estación -las salidas más cercanas son la 5 y la 6-. Andando un poquito lo encontramos, en la cuarta planta de un edificio sin ascensor -aunque con estas piernas fuertotas poco importa ese detalle-.

Encima de "Dog Cafe" pone en coreano "Cafetería de perritos".

Entramos dentro, y una chica que trabaja allí nos explicó con qué perros tener cuidado porque es posible que muerdan -eran dos, uno grande y uno pequeño-, nos dijo que la entrada es 8000 won con una bebida, y nos hizo echarnos desinfectante en las manos.
Las cafeterías de animales de Tokio tienen todas límite de tiempo, que suele ser una hora, así que me hizo ilusión saber que aquí no había límite de tiempo y nos podíamos tomar la tarde con calma.
Pedimos bebida y fuimos hacia una mesa para dejar nuestras cosas. Tienes dos opciones, o sentarte en una mesa, o sentarte en el suelo con una mantita sobre las piernas para que los perrines vengan a que les acaricies un rato.
Entre la clientela no solo había humanos.

¿Si me pongo una mantita sobre las patas traseras se me subirá un humano?

Dentro había más de 20 perros, así con la tontería.


Aunque algunas personas se podían tirar hasta 20 minutos sin que se les acercara ningún peludín, en mi caso yo creo que solo pasaban unos segundos desde cada vez que me sentaba en el suelo -hay que estirar las piernas- hasta que alguno me trepaba hacia el regazo. Debo de gustarles o algo -yo encantada, oye-.

Esta dachshund se echó una pedazo de siesta encima de mí.

Y sobre Kazuki el perro al que rebautizamos como "Mohican".

Son demasiado monos.

Muero de amor.





Como acabas de pelo de perro hasta las orejas -lógicamente-, tienen rollos de estos con cinta adhesiva para que te limpies la ropa cuando te vas.
En mi próximo viaje a Seúl vuelvo seguro.

2 comentarios:

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