No, en realidad no me estoy entrenando para el ejército, pero mientras pensaba en lo que iba a escribir, se me ocurrió que era un título adecuado.
Estos días he estado bastante ocupada, y no he tenido tiempo de actualizar el blog, pero ahora que he tenido tiempo para descansar ya toca.
En Japón el curso escolar comienza en abril. No solo el curso escolar, todos los nuevos graduados de la universidad -que hayan encontrado trabajo- comienzan a trabajar también en abril -un día hablaré del extraño sistema universitario que tienen aquí. Es para mear y no echar ni gota, que dicen-.
Pues bien, eso significa que, si ya de por sí el tren de por las mañanas va lleno hasta niveles inhumanos, a partir de abril se intenta embutir el doble de gente en los vagones. Yo tengo que llegar a clase de algún modo, así que me toca ir ahí dentro también.
A primeros de esta semana iba en el tren, como siempre de pie embutida medio en diagonal entre mucha gente, intentando mantener el equilibrio, cuando el tren dio un pequeño parón. Cuando esto pasa la gente suele caerse en plan efecto dominó, y yo suelo ser la que logra mantener el equilibrio y pararlo. Esa mañana no lo logré, ya que los ganchos de agarrarse no me pillaban a mano, y caí al suelo. Como no lo paró otra persona, gran parte de los que perdieron el equilibrio cayeron encima de mí. Más concretamente, encima de mi pierna.
La tenía estirada de lado y parte de la gente cayó haciendo presión sobre mi rodilla... No se cómo no me la rompieron, aunque el resto del día me costaba mucho andar.
Pero ya estoy totalmente recuperada, y he tomado la decisión de ir por la mañana en el vagón de mujeres, que se llena menos y no corro peligro de que eso me vuelva a pasar.
Otro día toca hablar del vagón de mujeres.
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Hace 4 años
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