Comencemos por la nevada en Akabane.

Afortunadamente Akabane está a dos estaciones de la mía, pero al llegar se veía que no iba a parar en bastante rato.



Tras poner la calefacción a tope, hacerme un ramen calentito para cenar y ponerme mi pijama -que abriga que no veas-, me fui a dormir bien calentita, sin pensar en la nieve de afuera.
Y amaneció.



Como tanta rasca no es buena para la salud, he decidido que me voy a tomar un té calentito, a ver si así se me recupera la garganta también, que la tengo fastidiadilla.
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