martes, 27 de octubre de 2009

Permanente

¡Ayer por fín fui a hacerme la permanente! La rizada no, gente malpensada, la lisa -vamos, ni borracha...-.
Gracias a Reisa, pude conseguir hora en una peluquería pijísima y carísima de Daikanyama y pagar más o menos lo que cuesta cortarse el pelo por permanentármelo, ¡ole! Todo esto tiene una explicación, necesitan modelos para practicar las cosas que hacen menos a menudo, y si te prestas te pueden teñir, permanentar, etc por un precio bastante más bajo del habitual.
Y por supuesto, ahora toca relatar la experiencia:

Llovía en horizontal -cómo se nota que nos ibamos a comer otro tifón-, pero a pesar de las inclemencias del tiempo llegamos a la peluquería. La chica que me iba a atender me acompañó a mi silla. Me fijé en que tenían varias teles puestas en las paredes, e iban poniendo películas -con subtítulos en japonés porque las tenían sin sonido, las peluquerías son más de música-. Me trajo una mesa y me puso unas cuantas revistas, y ya empezó un poco el tanteo inicial, con la ayuda de su jefe, que la estaba supervisando. Que si mi pelo es en realidad moreno -las cejas me delatan, maldita sea-, que si me lo tiño yo normalmente o no, que hace cuánto que me hice la permanente la última vez... yo estaba dándolo todo en japonés, como una campeona.
Me llevó a lavarme el pelo. Una de las cosas curiosísimas de las peluquerías de aquí es que los sofás se pueden levantar, de modo que te tumban para lavarte el pelo. El invento está bien pensado, pues una vez te han dejado la cabeza enjabonada y aclarada no te duele el cuello -el lavado ha sido siempre mi parte menos favorita, por el dolor de cuello que me suele dejar-.
Ya fuimos a que empezara el alisado. Me puso una mantita en las piernas para que no cogiera frío -llevaba los pantalones empapados hasta arriba por la lluvia, así que se agradeció mucho-. Mientras echaba un vistazo a una revista -y empezaba a aborrecer a Lena Fuji, que parecía salir en 100 de las 120 páginas de la revista-, comenzó el proceso.
En el rato que me tocaba esperar tras eso, me pregutó si quería un café o un té, y me trajo un tecito con leche.
Permanentarse el pelo lleva unas cuantas horas, qué remedio, así que me dio tiempo a mirar bastantes revistas. Tras el alisado me estuvo poniendo un tratamiento para que no se me quedara el pelo demasiado muerto -de hecho se me ha quedado muy suave-. Una vez acabado todo el proceso, me acompañó hasta la estación para que no me perdiera. Esto es totalmente verídico.
Si no supiera que ir a cortarse el pelo allí es demasiado caro para mi bolsillo, me tenían de clienta permanente XD.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Posteriores experiencias en otras peluquerías me hicieron comprobar que no te acompañan en todas, pero fue todo un detalle.

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